AÑO 18

NUMERO 61629

Opinión

Año: 1

Número: 22

"Bosta de paloma" de Edgardo Ferrero

Perón decía que dentro del Movimiento Nacional Justicialista uno podía encontrar de todo, desde el patriota más excéntrico hasta el tipo que solo era peronista por conveniencia. Perón dijo una y mil veces que prefería los extremos. Y los prefería siempre, porque no soportaba a los tibios,  los que no eran "ni fu ni fa". Según las agudas definiciones del General, los que no eran ni una cosa ni la otra eran como la "bosta de paloma". Siempre me pregunté porqué, ya viejo, lo seguía repetiendo, con crueldad, como si se tratara de una cuestión sumamente importante. Sería, tal vez, porque la bosta de paloma no servía para nada, ni tan siquiera para abono. Recuerdo que en aquellos tiempos (singularmente políticos), esa definición era un insulto mayor y más viniendo de quién venía.  Hoy los llamados "bosta de paloma", los que por razones de edad o convicciones todavía creen que es una locura involucrarse (sin ganancia visible) en los quehaceres de la cosa pública, no son muchos,  son pocos, es cierto,  pero todavía existen.

Es cierto que la ciudad tiene sus códigos, que no hace mucho tiempo, acá,  hubo algunas familias que exigían un respeto desmesurado, que los que llegaban a cargos de gobierno eran solo los que reunían ciertas condiciones y que los tipos ordinarios debían borrar de su mente (de nacimiento) cualquier locura que incluyera aspiraciones políticas. Nosotros fuimos testigos de tales conductas.

¿Por qué digo todo esto? ¿Qué sentido tiene semejante introducción? Una corazonada. Una intuición tardía tal vez, de que estamos (por lo menos en la ciudad) ante una oportunidad única. Y parece ser así, visto y considerando que la "bosta de paloma" parece estar en evidente desventaja numérica, como nunca. Los "próceres" ciudadanos (los intocables) han retrocedido en sus pretenciones y cualquier hijo de vecino tiene hoy posibilidades de opinar, hacer y hasta realizar sus proyectos más atinados. Hablar con los que conducen los destinos de la ciudad (sean del partido que fueren), no parece ser una cosa del otro mundo, los políticos se muestran sensibles a los problemas de la gente y hay como una mentalidad de servicio que crece al ritmo de lo que parece se una nueva cultura. Y no vaya a creer el que lee que adjudico el mérito a este o aquél partido político o a tal o cual persona, porque estará "mirando" fuera del tarro, este logro (si existe) es un trabajo de generaciones.

-¡Ma qué generaciones! "¡Elecciones!" -dirían los más pesimistas, sonriendo con sarcasmo-
Es posible. La palabra "elecciones" es un motor indomable que´produce conductas nuevas cada vez que aparece. "Elecciones", es cierto, la gente parece tomar aire en esos tiempos singulares en que los "candidatos" se ven obligados a requerir sus servicios. Los que piden y los que dan. Es como si la cosa se diera vuelta una vez cada tanto. Y la gente aprovecha. Es la magia del voto que le dicen.

Pero sería mezquino y hasta injusto decir que en la ciudad se han levantado barreras entre sus habitantes, sean de la condición que sean. Porque vemos empresarios contestar a los requerimientos de cualquiera, al Intendente responder a todo el mundo cada vez que puede incluso por los medios, los problemas en esta ciudad son conocidos por todos y el que quiere opinar y participar participa sin censura ninguna, la oposición se manifiesta con corrección notable, no hay demasiadas batallas entre nosotros, no hay heridos que lamentar. Eso es bueno.

Tal vez sea en ese sentido que debemos trabajar día a día, aparte de sí te gusta éste o aquél o si este se tiene que ir y este otro tiene que venir. Aparte de la bronca, porque más allá de rabia está la ciudad, la ciudad es permanente. Los hombres son aves de paso, hoy unos, mañana otros, estos hicieron lo que hicieron y los otros harán lo que tienen que hacer. La ciudad sigue, para nosotros y para los que vienen detrás de nosotros. La macana es que la ciudad puede ir para adelante o para atrás según seamos nosotros una cosa o la otra. Y también puede ir para ningún lado y eso pasa si somos "bosta de paloma", como solía decir Perón.
 
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Saber que no se sabe constituye, tal vez, el más difícil y delicado saber.
José Ortega y Gasset (1883-1955)
Filósofo y ensayista español
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