AÑO 18

NUMERO 61629

Opinión

Año: 1

Número: 14

Errores del pasado. Escribe Edgardo Ferrero

Para hacer algo útil en esta ciudad –en caso que a uno le interese hacer algo que valga la pena- la cosa es muy simple, primero hay que averiguar donde están los comandos que identifican el espíritu ciudadano (si es que existe), viendo por ejemplo donde están los esperancinos que juegan de compañeros y donde los que se cocinan en un individualismo crónico y salvaje. Es como la vida, como cualquier vida en una casa. Nada del otro mundo, sencillito, aunque todos saben que se puede vivir en una casa linda, con todo lo que hace falta y sin embargo estar triste, como también se puede dar la contraria (¿Por qué no?): casa modesta y gente feliz, suele pasar, depende de uno. Aunque no se trata solo de escenario –sin restar importancia al escenario- se trata de ese soplo inasible que habita en la gente, se trata de una idea, de una actitud y de una forma de sentir la ciudad. "Hay conductas y conductas" (diría mi abuela): algunos (que no son pocos), se ponen fuera de la cancha y critican, otros se integran al entrevero sin tener la más mínima idea y el resto (los menos) trabajan con paciencia infinita estimulados por uno que otro triunfo aislado e invisible, estos son los que sufren de incógnito, sin mucha hinchada y –porca miseria- gratis... y, en definitiva, son los que tienen importancia para la ciudad, los otros también, pero, a decir verdad, son más turistas que otra cosa. Todos, claro, componen el cotizado e impredecible "número", y ustedes saben que el número es materia importante en un estado democrático o más o menos democrático, como el nuestro. Esa es la fauna que debe manejar el capitán del barco, sí o sí. Con maestría y clase, sin gambetas, sin ir de un lado a otro como sandía arriba un carro.
O sea que se trata de saber a cuantos esperancinos les gusta la ciudad tal cual está. Cuántos están conformes con los que manejan la brújula, cuántos creen que vamos en la dirección correcta, cuántos tienen algo que aportar, cuántos se dejan llevar, cuántos se quejan, cuántos, cuántos, cuántos... El dominio del "número". La pasión por el número que llevamos muy adentro, gravada en el inconsciente nos obliga a dar importancia a la cifra; más tipos quieren esto: pues esto es lo que se hace; más tipos quieren esto otro: eso otro haremos. No importa si está bien o es un absoluto disparate, el  "número" manda. Nos hemos acostumbrado a manejarnos con la herramienta del número y ojo, que no solo dominan los secretos del señor "número" aquellos que ocupan sus sillas gracias a este ingrediente matemático, no, hoy los idóneos, los capos en numerología, todos y cada uno de los que hacen de la cosa pública un preciado botín.
¿ El número manda: OK macho. ¿Está mal que el número mande? No sé, solo que a veces se interpreta incorrectamente lo que quiere la mayoría, (a veces ni siquiera se trata de la mayoría) y yendo para el lado contrario se gastan recursos, se gastan energías y lo peor, se fracasa.
Tuvimos varios temas en la ciudad en que el número tuvo influencia. Veamos: El asunto del casco, el asunto del horario para expendio de bebidas alcohólicas y el caso del medio ambiente para citar los más importantes. (Sin contar el caro asunto del desalojo de la estación de tren que se perfila como un nuevo desafío para los dueños de la política ciudadana. Pero eso recién empieza).
-En el asunto del casco y en el tema de la famosa "ley seca" la Municipalidad actuó preguntando a los representantes de las "fuerzas vivas" (los que juntan gente, "número") y actuó en consecuencia. Tuvo suerte dispar, con el casco le fue mal y el consenso (falluto) se borró (clásico piantavotos). Con el expendio de porrones, la cosa va de mal en peor, los kioscos y almacenes de barrio son como una gota de agua dialéctica (la tortura china) en contra de los autores de semejante medida restrictiva y de rebote contra todos los que se crucen. Número en contra, sumar o restar, el que suma gana, el otro... chau.
-En cuanto al tema ambiental, unos esperancinos, hábiles y bastante politizados buscaron el aval del número en la ciudad y al no obtenerlo (ya que sus concentraciones fueron realmente pobres), miraron más allá del Arco de la Colonización, miraron hacia afuera, y aunque no encontraron gente concreta sí encontraron sellos (que en la Argentina sirve igual) y los expusieron como si detrás de cada sello hubiese gente (gente a favor de lo que ellos querían por supuesto), pero era una ficción porque los sellos son sellos ¿viste?, goma. ¿Cuesta entender esto? Por supuesto que los sellos tienen una ventaja, no hablan, o en todo caso hablan a favor de uno Vos escribís algo en una hoja y al pie le ponés tres o cuatro sellos (Como ser "Gran Pis", "Telenoche y tu tía", "OGT picho", Asociación mocho) y la cosa cambia, total la gente que sabe....
Eso hicieron unos cuantos de acá ayudados por el auge de las comunicaciones y gracias a la magia de la televisión. Y -es de machos reconocer- en un momento el barullo fue grosso. Papita para el loro -dijeron los nuevos revolucionarios- porque el objetivo casi se cumplió, mezclaron malos con buenos (ellos eran los buenos), confundieron a unos cuántos políticos (que se corrían de un lado al otro) y finalmente la cosa feneció en los mismos delirios que le dieron origen. Cosas para no repetir. Cosas que nos tuvieron ocupados durante mucho tiempo, un lujo que nos permitimos. Un lujo demasiado caro. Un coqueteo mediático que casi terminó en debacle. La ciudad crece, para no equivocarse hay que saber y para saber hay que estudiar. Lo otro es verso. El verso lleva al abismo.
 
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Saber que no se sabe constituye, tal vez, el más difícil y delicado saber.
José Ortega y Gasset (1883-1955)
Filósofo y ensayista español
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