AÑO 18

NUMERO 61629

Novela

Año: 5

Número: 260

¡LA NOVELA DE MAMÁ JUNIORS!. OTRO CAPÍTULO DEL CULEBRÓN QUE SE COMENTA EN TODA LA CIUDAD. HOY: "LA CAMPANA".

la-novela-de-mama-juniors-otro-capitulo-del-culebron-que-se-comenta-en-toda-la-ciudad-hoy-la-campana
Sentada en uno de los sillones del salón de los grandes hurgueteos se encontraba la dama de hierro del Salado, triste y cabizbaja según dicen los testigos, tejiendo escarpines (para no pensar), con pantuflas en los pies, cofia y camperita en su anatomía (porque hacía frío) aquella mañana de abril. Ese fue el día en que el periodista oficialista Eduardo Marnicho se acercó en puntas de pies hasta el lugar donde la señora "atorraba" según su costumbre y, previo reverencia tirándose al suelo, pidió permiso para hacer algunas preguntas incisivas. "Déle" dijo la Intendenta y ahí nomás se largó el interludio. 

- ¿Qué está haciendo la gran primera dama de la Suiza de las Pampas? – atropelló de golpe el recio cronista. 

- La verdad señor Marnicho, estoy un poco cansada de no hacer nada, este asunto del cabildo abierto y la tributaria, que inventó el Señor Doctor Gabriel Chapatín para conseguir la inactividad total ya me está pudriendo un poco. –Dijo esto la señora mirando a los ojos al otro y estirando una copita para que uno de los empleados de obras públicas la llene con caña paraguaya. 

- Usted, con su sola presencia en el sillón de Rulo Bruera, ya está haciendo algo. – chupó la media Marnicho.

- No obstante he decidido ordenar la adecuación de canteros, para plantar flores...

- ¡Fantástico señora, eso le dará un toque romántico a esta ciudad que de por sí está llena de gringos tristones! 

El periodista se arrodilló y puso las manos frente a la boca de la alcaldesa a modo de tapadera, para evitar que algunas gotas de caña cayeran sobre la alfombra. La Intendenta apuró el potrillo y tiró el vaso para arriba para que lo agarre el sirviente. "Otra" dijo la dama y volvió a mirar a Marnicho con ojos extraviados y soplándose el flequillo. 

- Además, me ocupo de esto, le digo la verdad, para olvidarme de otras cosas que si una se descuida se le meten en la vida y una empieza a girar alrededor de ellas... –dijo la señora respirando profundamente. 

- ¡Tiene razón, su majestad, últimamente nos hemos estado ocupando de cosas estresantes...! - retrucó el locutor bajando la testa. 

- Anoche, sin ir más lejos, - siguió hablando la señora empinando la segunda caña- tuve una pesadilla terrible, unos policías me miraban con desconfianza, yo estaba parada en la esquina del cine Mayo y era "de afuera" y usted sabe como son los policías con la gente "de afuera", para peor era negra en el sueño, se acercaron, me hicieron hacer el "cuatro", me llevaron a la unidad regional y me dejaron en una pieza de dos por dos, igualita al baño que hay en el parque de la agricultura. 

- ¡Horroroso! – dijo el periodista quebrando la muñeca.

- ¡Terrible! Entonces pedí un anís turco pero no había, les dije que me trajeran agua y me llevaron hasta un chorro de agua parecido al caño que desemboca en el canal Alem... 

- ¡Malditos, desalmados como todos los milicos! – dijo Marnicho mirando para todos lados. 

- No todos los policías son malos señor, pero estos sí eran malos, me llevaron a un interrogatorio y el comisario era parecido al secretario general del Centro de Empleados de Comercio, que estaba con una gorra que le iba grande y se entretenía comiendo "kepes" de la colectividad sirio libanesa... 

- No puede ser peor pesadilla, el señor Kabeta era el comisario y, realmente era un sueño, porque no creo que en la realidad exista una gorra que le quede grande al gremialista ése.. –se escandalizó el chupameiners mientras se tiraba de los pelos y hacía gestos con las manos. 

- "¡Vas a reconocer o no vas a reconocer tu error, gorda de porquería...!" me gritaba el comisario con cara de Húbeli... – continuó la señora.

- ¡Qué ordinario! Mire que decirle gorda justamente a usted, maleducado de mierda... –chilló Marnicho. 

- Oiga, le dije que era un sueño, señor mío... 

- ¡Ni en sueños se le dice gorda a una señora! 

- "Vas a reconocer tu error...", me decía ... – dijo la señora tomando del cogote al otro. 

- ¿Error? ¿Qué error? ¡Usted no ha cometido ningún error, señora! 

- ¡Eso es lo que dije! "¿De qué error me habla, Húbeli?" "Todo lo que he hecho lo he hecho bien..."

Entonces me obligó a meter la cabeza dentro de lo que parecía ser una campana y cuando estuve ahí, llamó a un milico que tenía cara de jugador de bochas del club del encuentro y enseguida le gritó "Proceda" y entonces el jugador de bochas tiró tremendo bochazo contra la campana .... 

- ¡Oh, por dios Señora, usted tenía la cabeza dentro de la campana! ¿Qué pasó, como logró escapar? 

- Ahí me desperté. 

- Gracias a Dios. Tremenda y cruel pesadilla, pero no se ponga triste, ya pasó – dijo el locutor haciéndole "piojito" en la cabeza a la gran dama del Salado- Lo curioso, señora, es el hecho de que no estuviera en su sueño, tan colmado de enemigos, su principal adversario, el amo y señor del Concejo, el gran Caponino, conspirador derrocado que usted mantiene a pan y agua desde noviembre y presente en todas las escaramuzas contra el imperio... 

A esta altura de la charla con el locutor Eduardo Marnicho, debemos decir que la gran señora casi había terminado uno de los escarpines que estaba tejiendo y que, a pesar de haber hecho honor a más de tres cañas paraguayas, mantenía su habitual lucidez y sagacidad, virtudes que eran el orgullo del pueblo que la eligió. Se levantó de pronto, dejó el tejido sobre la mesa y respirando hondo en los balcones del palacio dijo como hablando con los pájaros cagadores que iban y venían por la plaza principal. 

- ¡Siento desilusionarlo señor Marnicho! ¡Caponino estaba presente en mi pesadilla y estuvo a punto de martirizarme con una de sus armas más letales...! ¡La campana más grande del campanario!

- ¡Uy! – dijo el otro- ¡Menos mal que se despertó, señora!

La primera dama ya no escuchaba los lamentos del locutor, su delicada humanidad descansaba en uno de los sillones del gran salón de los tejemanejes esperancinos, una pantufla en el pie izquierdo y otra sobre el escritorio, donde una copita de caña paraguaya había quedado a medio terminar. 
 
Facebook Twitter Delicious Linked in Reddit MySpace Stumbleupon Digg Whatsapp Enviar por Correo

Imprimir Noticia

El Tiempo
Tiempo Esperanza
Buscar Noticias
Frases Célebres
Estar preocupado es ser inteligente, aunque de un modo pasivo. Sólo los tontos carecen de preocupaciones.
Johann Wolfgang von Goethe (1749-1832)
Poeta y dramaturgo alemán
Cotización del Dólar