AÑO 18

NUMERO 61629

Novela

Año: 5

Número: 255

¡OTRO CAPITULO DE LA NOVELA DE MAMÁ JUNIORS!: HOY ADELANTAMOS EL DEBATE ENTRE LA ALCALDESA Y EL SINDICALISTA HÉCTOR KABETA .PERDÉRSELO ES UN SACRILEGIO

La gran alcaldesa, dueña y señora de la Suiza de las Pampas, entró a paso de murga al canal Pelusa acompañada por cuatro asesores cuya nómina es la siguiente: el capo de capos señor Doctor Gabriel Chapatín, el abogado Verpollo, el yerno de la primera dama de apellido San Peso y el petiso Dos Santos, nuevo secretario de prensa de la Muniblanca. 

-¡Donde está el cabezón! -preguntó la señora mientras le daba a Verpollo para que cuelgue su trajecito a rayas estilo Carlitos Gardel.

- El señor Secretario del sindicato de Comercio aún no ha llegado, su excelencia. -contestó uno que hacía de cámara, técnico de sonido y personal de maestranza en el canal Pelusa. 

- ¿Cómo que no ha venido? Acaso pretende hacerme esperar. ¿Quién se cree que es? ¿Uno de los gordos?

- Disculpe señora Intendenta, pero resulta que el señor Húbeli es precisamente uno de los "gordos" que operan en la ciudad, dicho con todo respeto... - aclaró el Doctor Chapatín que ya se había ubicado en una de las sillas. 

- ¡Qué aporte más interesante, señor Chapatín! ¿Y usted que sabe tanto, cuales serían los otros gordos doctor? - preguntó Dos Santos sacando una libretita para anotar. 

- Simonutti es uno - susurró el Apoderado cerca del otro para que no lo escuche nadie. 

- Pero ese pescado no pertenece a sindicato conocido. 

- Usted me preguntó por los "gordos", señor. - dijo el arcángel Gabriel Chapatín dando por cerrado el chamuyo. 

Mientras esta conversación se desarrollaba, por una de las puertas del estudio, ingresó el gran secretario de los empleados de comercio, más solo que Adán en el día de la madre. El asistente del canal pelusa (que también era locutor y escenógrafo) le abrió paso a Húbeli apartando unos paneles que habían quedado de un viejo programa que conducía el Flaco Levatti y haciendo una reverencia lo presentó a los otros que ya estaban sentados a la mesa bastante amontonados como para no salir de plano. 

- ¡Señora Intendenta! ¡El "compañero" secretario general del centro de empleados de comercio! 

- ¿"Compañero"? ¡Compañeros son los huevos! - gritó de pronto la gran dama dándole vuelta la cara al recién llegado. 

- ¡Señora, por favor un poco de respeto! - rogó una empleada que estaba lavando el piso y que a la vez conducía un programa los sábados. 

- Dígale a la Intendenta que si no saca a esos gallos del gallinero el debate no se hace - Dijo Húbeli al oído del que iba a conducir el entrevero para que le informe a la señora. 

- ¿Y por qué no se lo dice usted? - preguntó el conductor mientras acomodaba unas flores de plástico sobre la mesa. 

- Yo no puedo descender al nivel de lenguaje bizarro que maneja esta mujer - retrucó el sindicalista levantando la nariz. 

El responsable del programa se dirigió entonces hasta la mesa donde la nueva reina de las pampas estaba desplegando unos papeles y cuchicheando con sus asesores, y acercándose al sitio ocupado por la mujer le dijo al oído que era condición del señor Héctor Kabeta que el debate se hiciera mano a mano y que, si no le daba salida a sus asesores, el truco no se jugaba y a otra cosa mariposa. La señora miró fijamente al periodista cacheteando la melena a un costado, a continuación procedió a sacar una botella de Hespiridina de su cartera y, mientras echaba un trago a pico y generoso, dijo que ella y sus asesores eran todos para una y una para todos. "Y que el señor Kabeta se puede ir bien a la mierda" - eso agregó, sic, sic, gesticulando en dirección al otro. 

- Yo no puedo debatir con una mujer que trae todo escrito hasta los "buenos días". -Gritó Hubeli que había escuchado el último exabrupto de la primera dama. 

- ¡Usted es una porquería! ¡Un traidor y un buey corneta! -replicó la señora leyendo de una lista de insultos que le habían preparado. 

- Usted es un bagre que lo único que hizo es alimentar su propia soberbia

- ¡Callate gil, andá comprate una pileta! - gritó la Intendenta colorada como un tomate. 

- ¡Qué bajeza! ¡Usted no es peronista! -dijo el otro.

-¡Ay, mirá como tiemblo, acaso vos tenés el peronómetro, tenés...!

- ¡Si lo tengo al peronómetro y si te mido a vos, me da gorila, me da!

- ¡Ajajá, así que lo tenés, bueno sacalo al peronómetro, si lo tenés, gil de cuarta!

- ¡Ahhh, querés que lo saque, ahora vas a ver...! 

Debemos decir en resguardo de la salud mental de nuestros lectores que el señor Héctor Kabeta amagó sacar el susodicho "peronómetro", del cual, sin embargo, no podemos dar fe que exista realmente, porque a pesar de que el sindicalista hizo un gesto brusco en dirección a su bragueta de 18 botones, en un desesperado intento por sacar lo que él llamaba el "peronómetro", no le fue posible consumar el acto porque uno de los presentes, directivo del canal Pelusa, le arrojó un cuadro de Montalbetti que oficiaba de elemento perteneciente a la decoración, abortando el amague del señor Kabeta, quién declinó en el acto su intención. Demás está decir que el debate se suspendió hasta nuevo aviso y que ambos contendientes se retiraron sin dirigirse palabra y menos "compañeros" que nunca. Todo continuó normal, los técnicos pusieron imágenes del año 88 para cubrir el bache y congelaron una imagen que remitía a tiempos remotos en que Pedro Oprandi paseaba por la plaza en pantalones cortos. 
 
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