AÑO 18

NUMERO 61629

Novela

Año: 5

Número: 253

¡OTRO CAPITULO DE LA NOVELA DE MAMÁ JUNIORS! ¡APURESE A LEERLO ANTES QUE LA ALCALDESA SE RAJE DEL MUNICIPIO!

otro-capitulo-de-la-novela-de-mama-juniors-apurese-a-leerlo-antes-que-la-alcaldesa-se-raje-del-municipio
Érase un jueves por la noche, día de sesiones en el Honorable Concejo Deliberante, jornada de grandes y dolorosas decisiones en el parlamento esperancino. Cualquiera que hubiese optado por encarar las escaleras que dan a la calle Lehmann se habría percatado, seguro, del sospechoso silencio en que estaba inmerso el edificio donde los representantes del pueblo discuten sus ocurrencias y emparejan sus dolores políticos. Sin embargo, una ligera luminosidad temblorosa proveniente quizá de alguna fuente primitiva anunciaba la presencia de algunos seres humanos al final del pasillo donde se encuentran los aguantaderos de los bloques que comulgan con radicales y peronistas. En puntas de pie, cuidadosa y prudente, pensando tal vez en la posibilidad de que algún ciudadano disconforme le hubiese tendido una trampa, la señora Mamá Juniors, merced a una invitación del propio Presidente del cuerpo, se acercaba atraída por la zigzagueante lucecita que exageraba las sombras de algunos individuos que cuchicheaban al fondo.

- ¡Quién anda ahí! –gritó de pronto Caponino con voz temblorosa pensando quizá que se trataba de un allanamiento enviado por el Doctor Chapatín.

Un silencio de cementerio siguió a la pregunta del Presidente del Concejo. Nadie contestaba del otro lado y el misterio hizo que los valiente ediles buscaran de inmediato el reparo de la luz de la vela que oficiaba de centro de mesa en la tenebrosa reunión.
-¡Alto, quién vive! –Insistió dando reciedumbre a su voz, el abogado Grenón el Magnífico mientras empuñaba una cafetera, único elemento de defensa que encontrara a mano.
- ¡Mamá Juniors vive!. –respondió entonces la vocecita de la alcaldesa con fondo de un castañeteo de dientes que venía del lado del Rubio Maravilla, Cristian Camissi.
- ¡Haberlo dicho antes, señora! ¡Casi nos mata de un infarto! –ladraron a coro los cuatro radicales gesticulando en dirección a la visita.
-¿Se puede saber que están haciendo a esta hora y en la oscuridad? ¡Acaso conspirando! –se animó la señora.
- Señora – dijo solemne Caponino cuyo rostro era fantasmal a la luz mortecina de la vela- desde que usted y su príncipe consorte nos incautaron los fondos, este Concejo ha dejado de funcionar con normalidad, sin embargo no hemos abandonado la costumbre de reunirnos los jueves para cultivar la camaradería y picar algunas vituallas.
-¡Comer y chupar en este honorable edificio! –se escandalizó la primera dama- ¿Sabe usted que en este lugar sagrado donde viene tanta gente hace fuerza el más cobarde y se caga el más valiente?
- Lo sabemos señora –saltó la morocha que obtuviera la cuarta banca en las últimas elecciones- Y no solo lo sabemos sino que hemos visto hacer fuerza a más de uno de sus "compañeros" y luego arrugar con la más lamentable de las diarreas metafísicas.
La señora recordó las conductas de sus camaradas, le vino a la memoria las renuncias de muchos amigos del alma, incluso el último renunciante, el querido "180% Dusso", pensó, en quien había depositado sus ilusiones y la chequera, fue entonces que con profunda tristeza le pareció conveniente cambiar de tema.
-¿Y qué tienen pensado masticar en el día de la fecha?
- Señora, hoy hemos hecho una colecta para comprar una milanesa –contestó Grenón el Magnífico sacudiendo una sartén que rechinaba al calor de la vela.
La Alcaldesa frunció la nariz en señal de desconfianza, un poco por el cocinero y otro poco por unos dientes de ajo que el leguleyo rehogaba en el aceite y quiso informarse mientras se acercaba peligrosamente a la milanesa que se doraba lentamente en el improvisado fogón.
- ¿Y para esto me han invitado señores, con una miserable milanesa?
- ¡Una para todos y todos para una, señora! –retrucó el rubio Camissi abriendo los brazos.
- En verdad no me importa tanto lo que coman sino lo que hay para tomar – dijo la señora mientras sacaba un vaso de liso de la cartera.
- Disculpe, Excelencia –se adelantó ceremonioso Caponino- pero en este lugar sagrado no se chupa y menos que menos bebidas espirituosas. En primer lugar porque este Concejo no cobra sus dietas desde noviembre y en segundo lugar porque el cuerpo carece de los medios necesarios y suficientes para adquirir siquiera una miserable botella de vino.
- Por eso no se preocupe señor Caponino –interrumpió la señora- previendo esa circunstancia, me he tomado la libertad de traer algunos vidrios.
Dicho esto la Alcaldesa procedió a extraer de entre sus ropas dos botellas de anís turco "8 Hermanos", una botella de ginebra "Bols" y otra de Cubana sello verde. Por último la gran dama mostró una cubetera que sacó de la parte trasera de su humanidad y que hasta ahora el bloque radical en pleno no se explica donde la guardaba.
La reunión se extendió hasta altas horas de la madrugada. Una especie de acercamiento entre los poderes para limar asperezas que le dicen. Cuando el gallo cantaba, los concejales más jóvenes ayudaron a la gran señora a bajar las escaleras.
- No dejen las botellas vacías en la calle que mañana el Municipio está de huelga. –se escuchó decir a la reina del Salado antes de despedirse.
 
Facebook Twitter Delicious Linked in Reddit MySpace Stumbleupon Digg Whatsapp Enviar por Correo

Imprimir Noticia

El Tiempo
Tiempo Esperanza
Buscar Noticias
Frases Célebres
No encuentres la falta; encuentra el remedio.
Henry Ford (1863-1947)
Industrial estadounidense
Cotización del Dólar