La señora alcaldesa, reina de reinas, encontrase al parecer, libre de preocupaciones, en posición de descanso en el salón de los grandes estropicios, ataviada con ropa de verano, malla amarillo patito talle especial marca "Jinés", ojotas al tono con suela "Vibram" y anteojos oscuros, inmóvil la dama mientras era apantallada por uno de sus edecanes a consecuencia de la falta de aire acondicionado, a causa de la crisis que vive el municipio de público conocimiento.
Así se presentaba la escena cuando vino a entrar uno de los ayudantes de los ayudantes que subsisten en el gran palacio blanco, quién advierte de su presencia con dos trompetazos y encara a grandes zancadas hacia el despacho de Ana "la iluminada". A medio camino es interceptado por el Apoderado General de la corte Señor Doctor Gabriel Chapatín quien se interpone con toda su anatomía ante el visitante. Sabido es que el nombrado Doctor Chapatín es más ancho que alto y que resulta más fácil saltarlo que rodearlo.
- ¿Qué es lo que venís a demandar con tanto apuro? -Increpó el Apoderado que también estaba en ojotas.
- Vengo por el asunto del Cabildo, señor, hay gente a la puerta y solicito autorización para darles entrada.
- ¡Qué esperen en los portales! - se encrespó Chapatín haciendo la seña del dos de oro con su boquita corazón-
- Los portales están abiertos, señor.
- ¿Abiertos? ¡Cómo que están abiertos! ¡No saben que he ordenado trancar los portalones porque puede entrar cualquiera al recinto!
- ¡El cabildo es abierto, señor y así creímos que debería estar!
- ¿Y quién fue el demente que se olvidó la puerta abierta?
- Usted señor, es decir, usted fue el que inventó todo este asunto del cabildo abierto.
- ¿Y quienes son los que están a la puerta, si se puede saber?
- Los acreedores del reino señor.
El doctor Chapatín volvió a hacer la seña del dos de oro y se chupó el dedo en señal de alarma. Mientras todo esto sucedía la señora Alcaldesa permanecía inmóvil en su escritorio de roble del cantón de Valais, mirando sin ver la escena que acontecía frente a sus narices.
 
- De todos modos, los acreedores desean hablar con la señora Intendenta y no con usted - Dijo de pronto el ayudante categoría 19 con más de cinco lucas de sueldo.
- ¡Es imposible, la señora no se encuentra en este momento...! - contestó Chapatín sin sacarse el dedo de la boca.-
- ¡Por favor, señor! - dijo el ayudante señalando en el dedo chiquito hacia donde se encontraba la imagen de la señora de las señoras- ¿Y eso que es, el cuadro de la Mona Lisa?
- Eso que usted dice, no es la Intendenta, es una réplica en plástico fabricada por la fábrica de bolsitas "Plastin Plast" para salir del paso...
- ¿Una réplica? - El ayudante seguía señalando en dirección a la regordeta imagen de la mujer que, dicho sea de paso, parecía no acusar recibo.
- Estamos en un proyecto ultra secreto que se inscribe en la tecnología de última generación, la robótica ¿vió?, es una muñeca que le copiamos a los suecos... -explicó Chapatín con voz cavernosa.
- ¡No me diga que es esa muñeca que tiene varios sensores y varias temperaturas!
- Bueno, el invento está en los inicios, la fábrica de bolsitas consiguió hasta ahora una sola temperatura, no se le arrime que pasa los 100 grados centígrados.

El ayudante categoría 19 observó con interés la muñeca sentada en su despacho mientras hacía señas de satisfacción con el pulgar hacia arriba.
- Señor, con todo respeto, -dijo enseguida dirigiéndose al apoderado- ¿Qué fue lo que inspiró semejante proyecto, si se puede saber?
- Primero, la necesidad de la señora de tomarse unas vacaciones sin que su lugar sea ocupado por Caponino el grande, que como usted sabrá es Presidente del Concejo...
- ¡Brillante!
- Y la otra razón es justamente para atender a los acreedores que quedaron atrapados en el Plan "B" instituido por el municipio en razón de la crisis...
- ¡Señor, no me diga que la réplica de la Señora habla!
- Mas o menos - dijo serio Chapatín- digamos que se queja, se queja mucho, es terrible como se queja, ya va a ver usted como en la mitad del disco los acreedores se las toman...
- ¿Los hago pasar, entonces?
- ¡Deme cinco minutos que le doy cuerda a la muñeca y dígales que pasen...!

El apoderado metió la mano en algún lugar de la espalda de la muñeca y (cuidando de no quemarse) le dio bastante cuerda. Enseguida la réplica Meiners empezó a quejarse de los radicales, de los camiones obsoletos, de los perros, del concejo, del partido justicialista y de otros menesteres que no se pueden reproducir. Cuando todo estuvo en marcha, el señor doctor Gabriel Chapatín hizo la seña del "mate y venga" para que el otro haga entrar a los acreedores.
-¡Lástima que me levanta temperatura! - se oyó quejarse al abogado mientras metía la mano en un balde con agua.