AÑO 18

NUMERO 61629

Novela

Año: 5

Número: 245

LA NOVELA DE MAMÁ JUNIORS (Intimidades ultra secretas del gobierno municipal). HOY: "OJOS SALTONES"

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Con penuria y esfuerzo ascendían uno a uno los escalones hacia el Salón Blanco los diez despedidos, mientras, cantaban entre dientes la marcha a los primeros colonizadores y se pasaban un jarrito con mate cocido. De pronto, irrumpiendo desde lo alto de la escalera, un hombre pequeño, cabezón y de abundante bigote los llamó a sosiego increpando a viva voz a los que subían: "¡Quienes son ustedes que osan perturbar las actividades del gobierno!". El grupo de obreros de inmediato se detuvo y levantando las poderosas cabezas observaron al enano plantado en lo alto con los brazos en jarra y facha amenazante. 

- ¿Quién carajo es el que habla? - rugió el trabajador que encabezaba el piquete. 

- ¡Secretario de Prensa del Honorable Municipio de su Graciosa Majestad! -retrucó el petiso.

- Este es uno de los que se llevan la guita del pueblo trabajador, otro gasto al pedo... - aclaró uno de los integrantes de la delegación con suficiente claridad para que escuchen todos. 

- ¡El pueblo trabajador está trabajando y no anda por ahí molestando a sus dirigentes! ¡Si no me dicen que carajo quieren no respondo de mí!- amenazó el Secretario de Prensa armando la guardia como para pelear- 

Los despedidos, viendo al petiso con la guardia armada, soltaron poderosas carcajadas y aceleraron la marcha hasta llegar al lugar donde estaba el tipo, a quien tomaron de los pelos que le salían del pecho y sacudiéndolo le ordenaron que les dijera de inmediato donde se encontraban los que movían el guiso en el Municipio. El petiso, con lágrimas en los ojos, señaló una puerta con manija de bronce rogando, con la mirada crispada, que le soltaran la pelambre. Debemos decir que del lugar señalado salían algunos ruidos que hacían suponer que del otro lado de la puerta había festejo. Un ruido clarito de matracas, cornetas, pitos y uno que otro cuete que atronaba de vez en cuando, acompañaban los relinchos de algunos que, al parecer, no se habían percatado de la presencia de los obreros. 


- ¡Araca la cana! - gritó el capo de la partida mientras golpeaba con fuerza la puerta. 

Los ruidos festivos parecieron aquietarse y unos pasos se arrimaron al picaporte. Cuando la puerta se abrió se pudo observar al Señor Doctor Gabriel Chapatín de cuerpo entero con un bonete en la testa y unos anteojos de corso del cual salían dos ojos con resorte. 

- ¡Quién grita que viene la cana! - Dijo recio el abogado mirando para todos lados mientras una serpentina se le enredaba en la oreja. 

- ¡La cana va a venir cuando termine con vos, atorrante! - gritó uno de los obreros amenazando a Chapatín con la alpargata. 

- ¿Señores, quienes son ustedes y que quieren? -preguntó el apoderado sacando pecho. 

- ¡Queremos que venga de inmediato el que manda acá! -gritaron a coro dos o tres trabajadores. 

- ¡El que manda soy yo, señores! ¡Soy el Intendente de facto y desde ya les digo que cualquiera sea el motivo de su visita no los puedo atender!

- ¡Ah! ¡Vos también sos guapo! ¡Todos son pesados en esta cueva de delincuentes! 

- ¡Momento señor! ¡Cuide la boca que acá todo el mundo es honesto hasta que no se demuestre lo contrario! 

- ¿Y qué es lo que estás haciendo tan importante que no nos podés atender?

- Señor mío, estoy festejando la Municipalidad número cincuenta que he asesorado en mi corta vida profesional. - Dijo el abogado mostrando una torta con 50 velitas mientras adentro habían retornado la música y los gritos- Por lo tanto estimados compañeros les ruego que me disculpen porque me están esperando... 

Un alpargatazo fue a dar muy cerca de la cara del Intendente de facto que hizo un mohín de disgusto con su boquita corazón, enseguda intentó cerrar la puerta, hecho que le fue imposible llevar a cabo porque una pata peluda se lo impidió. 

- ¡Violencia no, señores! -dijo Chapatín tocando pito- ¡Dentro de la ley todo, fuera de la ley nada! 

- ¡Ya te vamos a enseñar nosotros cual es la ley! - dos mozos corpulentos tomaron al abogado de las orejas y lo sacaron en dirección a la escalera mientras los demás cantaban la marcha peronista y atronaban las bombas. El grupo con su prisionero desapareció con dirección desconocida coreando su deseo de reincorporación inmediata de los despedidos.
 
Dos días después, gracias a los oficios del único empleado municipal en servicio, fue hallado el Intendente de facto Señor Doctor Gabriel Chapatín entre una mata de ligustros cerca del gran mástil de la plaza mayor de la Suiza de las Pampas. De inmediato, custodiado por la policía de investigaciones, el abogado se presentó en el despacho de la señora Mamá Juniors, alcaldesa del reino, quien, viendo a su asesor preferido con las ropas descompuestas y la barba candado crecida preguntó de inmediato.
- ¡Doctor, que es lo que ha sucedido! !Lo buscaban de Venado Tuerto! ¡Lo buscaban de todos lados, hasta la interpol, mire!¿Qué pasó? ¡No me diga que dio marcha atrás con los despidos!
- ¡No aflojé, le aseguro que no aflojé, no di marcha atrás, señora, pero estuve a punto! - contestó el doctor Chapatín mientras miraba por los ventanales con unos ojos saltones que salían de lo común.
 
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