Estando que estaba el nuevo gran tesorero, tenedor de libros importado que responde al nombre de "Dusso Iº, el oscuro", en sus oficinas y practicando el rito diario de contar las monedas que conforman el tesoro del reino, vino a entrar a grandes zancadas el "asesor, albacea, apoderado e Intendente de Facto" en ejercicio, señor Doctor Gabriel Chapatín, hombre de gran popularidad, cabeza con rulitos y barba candado. 

- Señor Dusso -dijo de prepo el Fulano- saque usted al momento la chequera de palacio que necesito un poco de "menega" para trámites urgentes ordenados por su Graciosa Majestad la Señora Mamá Juniors, Reina de Reinas, Pachamama interina de esta comarca plagada de gringos amarretes y negros en estado de alerta. 


Eso exclamó de un solo tirón el abogado moviendo apenas los labios de su boquita corazón. Enseguida se produjo un tremendo silencio durante el cual ambas luminarias se miraron tan fijamente a los ojos que por un momento los testigos presentes temieron que se prenda fuego una cortina a causa del chisperío que se insinuaba en el recinto. 

- Le recuerdo a Usted, Honorable Señor Doctor Chapatin que las obligaciones del reino son mayúsculas y los ingresos escasos y que es preferible detener la "sangría" porque corre riesgo el salario de la planta permanente. - Al tiempo que decía lo que decía, el tesorero, se daba vuelta los bolsillos de saco y pantalón dando a entender que no tenía dinero, sin poder evitar que se escape de sus fundillos una cucaracha que saltó presta en dirección al otro muñeco que no podía creer lo que veía. 

- ¡Mientras haya para nosotros, Señor Dusso, acá no ha pasado nada! - Gritó el tal Chapatín mientras aplastaba la cucaracha con la punta del tamango. 

- ¡Justamente señor, sucede que si los perversos ediles de la Suiza de las Pampas, comandados por "Caponino el Impertérrito" no autorizan un sustancial aumento en los tributos, las exhaustas arcas del reino capotarán sin remedio!

El señor doctor Gabriel Chapatín, haciendo oídos sordos a las quejas de su esclavo, sacó de entre sus ropas una coqueta factura que incluía el detalle de un presunto estudio hecho por él sobre "La conducta legal de los conductores de bicicletas, evolución y perspectivas", factura que depositó sobre el escritorio del Tenedor de Libros, al tiempo que se secaba las comisuras de los labios de su boquita corazón y decía: 

- Este estudio tiene prioridad absoluta, incluso sobre el pago de remuneraciones a los contratados que agonizan bajo la carpa que han levantado frente al Municipio. 

El tesorero Dusso escuchó atentamente al otro mientras hurgaba en sus orejas con la punta de una carta suplicante de los Concejales pidiendo la reincorporación de los despedidos. A continuación desempolvó la chequera y se dispuso a violar por enésima vez los fondos públicos. 

- Jefe, - dijo el masculino Dusso mientras confeccionaba el cheque- ¿Por qué todos los estudios que usted factura le cuestan al Municipio $ 125.000? 

- Es mi número favorito. - Contestó Chapatín mientras se probaba una gorra con una leyenda que decía: "Bienvenidos a Venado Tuerto" y se sonaba la nariz con la ordenanza de Independencia administrativa del Concejo.
 
Escuchado lo que se escuchó y contado lo que se contó, según el relato de testigos que entran en la categoría de ultra secretos, no se supo nada más de lo que pasó con los fondos públicos en cuestión que, según el presente incordio, estaban en peligro de extinción. Prueba de ello es la efectiva verificación de que el susodicho estudio legal sobre la "conducta legal de los conductores de bicicletas, evolución y perspectivas" efectivamente se hizo y sus resultados publicados en el diario "La Capital" de Rosario para envidia de todos los conspiradores que andan diciendo que esta gestión Meiners/Chapatín es un olímpico desastre. Eso y no otra cosa fue lo que pasó según dicen, al compás de los bombos monótonos y rabiosos, mientras los yuyos asomaban amenazantes en los frontispicios del propio palacio blanco.