AÑO 18

NUMERO 61629

Novela

Año: 3

Número: 176

LA NOVELA DE MÁMA JUNIORS. HOY CON UN DRAMÓN LACRIMÓGENO DE FIN DE AÑO

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Muy desmejorada se encontraba la señora alcaldesa descansando en sus aposentos, con el rostro desencajado y una bolsa con hielo en la cabeza en el preciso momento en que entraron a la alcoba sus ayudantes de turno, portando carpetas, tintero y una pluma de ganso para que la Gran Pacha Mama pase revista a los asuntos del día.

"Señora, con su permiso", dijo el Doctor Gabriel Chapatín mientras se sacaba los zapatos según costumbre de la casa para dejar la mala onda en el umbral. "Cumplo en traer a la firma los asuntos más urgentes para que usted les de curso de inmediato".

Avanzaba el asesor a grandes zancadas pelando unos escritos cuando (de prepo y sin avisar) se le vino a interponer en el camino el edil del reino al que le llaman Oscar Joao Andreoli (El Piqui poste) quién levantando los brazos fue a pararlo en seco usando el recurso basquetbolístico conocido como "cortina" para defensa en zona.
- ¡Tenga mano compañero! ¡No puede continuar! – ordenó el "poste" mientras lo pechaba al otro con cierta violencia.

El Abogado con nombre de arcángel hizo un mohín con la boquita corazón y se detuvo visiblemente contrariado por la intromisión preguntando al toque "qué cosa era la que se interponía entre él y la señora alcaldesa", a lo que el grandote le contestó que había órdenes precisas de no molestar a la Ama de Leche y que, en todo caso, sería mejor que juntara los mocasines y se volviera por donde vino. Acto seguido y lejos de resignarse, el doctor Chapatín, asesor del reino, hizo un movimiento brusco tratando de zafar a la marca de Andreoli provocando en su intento un desparramo de papeles entre los que se dejaban ver una cantidad significativa de cheques del Municipio.
- ¿Cheques...? ¿Son cheques esos que se le han caído doctor o acaso me engaña la vista? – interrogó el enorme edil peronista al tiempo que se agachaba para levantar algunos.

El asesor, jurisconsulto e Intendente sustituto con nombre de arcángel, maniobró con apuro colocando su pie izquierdo, enfundado en una media color negro con dibujos del pato Donald, sobre un manojo de cheques, pero llegó tarde ya que, apenas unos segundos antes, el concejal del reino de nombre Andreoli, lo desplazó con el trasero y se hizo de los "petardos " con la plasticidad de un jugador de Almagro.
- ¡Oiga, Chapatín! ¿Qué son estos cheques por cantidades tenebrosas? – preguntó el grandote tomando de las solapas al abogado.
- Son gastos de mantenimiento, señor y largue eso, no sea indiscreto. –dijo el doctor estirando la mano para hacerse de los papeles.
- ¿De mantenimiento de quién? – preguntó Andreoli que sabía del asunto porque era viajante del chorizos.
- ¡De mantenimiento a secas, che...!
- ¡Seca la quiere dejar usted a la Municipalidad, viejito! ¿Qué es esta orden que dice "papel higiénico diez mil morlacos" si se puede saber...?
- Es el papel higiénico para uso de todo el personal en ejercicio, compañero.
- ¿Y en qué depósito están los rollos, señor abogado?
- Han sido consumidos, señor, no hay rollos. – dijo sobrador Chapatin mientras Andreoli lo miraba con los ojos inyectados en sangre.
- ¡No hay rollo, no hay cheque...! –rugió el Concejal zamarreando al otro.

Mientras tanto se había formado una discreta fila detrás del asesor Chapatín, fila integrada por algunos habitantes del reino citados para temas diversos que, seguramente, necesitaban la venia de la señora alcaldesa para continuar su curso. Viendo el amontonamiento generado por la disputa con el asesor de la "boquita corazón", el edil Oscar Joao Andreoli (el poste) tomó la decisión de expulsar al abogado ("por la memoria de mi padre" - se le oyó decir), quemar los cheques y empujar al susodicho escaleras abajo arrojándole los zapatos con singular puntería, no sin antes amenazarlo de muerte si se le ocurría volver y recomendándole viajar a Venado Tuerto con pasaje de ida.
 
En tanto, la señora, que estaba enferma, se quejaba con dolientes gemidos. Había soñado, según dijo, que se encontraba en un pozo tendida de espaldas mirando al cielo de un atardecer sin nubes. Y como tenía miedo de volverse loca, había citado al doctor Elena para que la tranquilice. El vapuleado matasanos, que aguardaba su turno pacientemente en la cola, se descalzó y exponiendo una media blanca con una "papa" regular, se dirigió de inmediato al pie de la cama y se puso a escuchar junto al lecho lo que la Primera Dama le contaba, o sea, el sueño del pozo: "No tenía idea como había ido a parar allí, era un agujero cilíndrico que según mis cálculos tendría tres metros de diámetro. Recuerdo que cuando me incorporé tenía la cabeza cubierta con un casco y llevaba un par de descomunales ojotas".
- ¿Nada más? ¿Estaba desnuda?–preguntó el doctor Elena rascándose la nuca.
- Tenía una salida de baño bordada con botellitas de vino.
- Continúe.
"A falta de otra explicación –continuó la alcaldesa- pensé que había perdido temporalmente la memoria a consecuencia de algún golpe recibido en la cabeza. Sin embargo al pasarme los dedos por el cuero cabelludo en busca de rasguños o chichones, no encontré indicios de bultos, ni heridas, nada que sugiera la existencia de un golpe" "¿Qué hacía en ese pozo doctor?"

El facultativo miró por la ventana del salón por donde vio pasar durante cinco o seis segundos una bandada de pájaros negros, "los pájaros cagadores", pensó, mientras los veía desaparecer en el crepúsculo. Después se puso de pie como inspeccionando el entorno y entonces clavó la mirada en la señora Mamá Juniors que parecía agonizar bajo las sábanas: "Usted no soñó con un pozo del cual no podía salir, usted está en un pozo" afirmó el médico. Mientras hablaba, el doctor Elena, se detuvo ante uno de los cheques que había traído el doctor Chapatín para firmar y arrojándolo sobre la cama agregó: "Y con estos amigos no tardará en comprender que escapar de allí es totalmente imposible".

Mientras el médico se retiraba con los zapatos en la mano, la noche caía rápidamente, hacía calor, un calor húmedo de pleno verano que iba calando los huesos y aunque la señora alcaldesa dijo que había empezado a tener miedo, de momento parecía estar más confusa que asustada. Sin embargo en medio de la noche no pudo menos que gritar "auxilio".
 
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