Año para olvidar. No solo para el peronismo local que aparece al borde del estallido, sino para toda la gente que confió en una propuesta que resultó ser puro marketing.  Todos estaban de acuerdo en darle descanso al radicalismo pero (hay que reconocer) nunca a este precio. La ciudad aparece abandonada. Ni hablemos de obras, porque ni siquiera se cubren las necesidades esenciales. Ya da la impresión de que no existe conducción, ni plan, ni dirección. El abandono ha llegado a los mismos escritorios de la señora, eso es una realidad. Los esperancinos están pensando hoy en día en como es que se sale de esto antes de que todo se destruya.

Es muy caro el precio que paga la gente para que no se haya hecho nada. Es más, creo que ahora, viendo como se hacen las cosas, el ciudadano pagaría a los funcionarios Meiners para que se queden quietos, porque ven que todo lo que pretenden emprender termina en un retroceso para la ciudad.

El peronismo ha pagado caro su porfiada insistencia por desestimar a sus propios militantes y conseguirse una prótesis, la prótesis Meiners ha fracasado aún antes de promediar su gestión. El peronismo ha fracasado y ese fracaso le significa empezar de nuevo, seguramente volverá a ser tercero cómodo en la elecciones que se avecinan y si de eso no aprende, si una vez en la cola no entiende que debe limpiar el partido de advenedizos e interesados, entonces se sepultará en el ácido.

Negro balance para la ciudad de un año en que ni siquiera se estancó, eso hubiera sido una suerte, fue para atrás. La ciudad está sucia, abandonada y a la deriva. Solo las obras que la provincia ejecuta le dan a los habitantes una luz de esperanza. Lo demás, el cambio prometido y todo el macaneo es para el olvido.