En un día desapacible con algunos nubarrones que ocultan no solo el sol sino profundos y tenebrosos sentimientos, seguro el gobierno de la señora Meiners estará pasando por una de sus jornadas más aciagas desde que asumiera la conducción de la Suiza de las Pampas. Fue el día de la sentencia adversa en uno de los únicos juicios que habrá tenido Intendente alguno en la historia de esta ciudad, un día que amenaza con movimientos palaciegos y cambios de ánimo tanto fuera como dentro del edificio blanco del Municipio, en los amplios salones se habrán escuchado gritos desgarradores arrojando culpas a troche moche mientras la gente aguarda espectante en las calles las nuevas metidas de pata que harán claudicar el destino de grandeza de la ciudad de Pedroni.

Nadie da diez centavos por el futuro de la Gran dama y sus amigos que hoy se encuentran sentenciados a devolver el dinero de una Auditoría que caprichosamente han sostenido con curiosa porfía a pesar de las crecientes dudas sobre su legitimitad.

Hoy, la Gran Señora, desmejorada, con el rostro desencajado, debe estar pensando en la tranquilidad perdida de la que disfrutaba sin nubes a la vista hace apenas 10 meses atrás. Pero por las dudas no alentemos conspiraciones, ni comentarios crueles porque lo único que nos falta (a esta altura del año) es quedarnos huérfanos.

Sin embargo deben estar rezando mucho todos aquellos que sostienen con algodones a la gran Mamá Juniors, los que penden de un hilo, los que se alimentan de la gran Ama de Leche del Salado, porque si la señora decide estrellar la calesita, se termina (Dios no lo permita) la succión desvergonzada de amigotes, conocidos y parientes de la blanca teta del Estado que, para colmo, no es la teta del Estado nacional, ni tan siquiera de la invencible provincia de Santa Fe, no, ninguno de esos senos tiene pegadas las ventosas ñoquis que los secan sin remedio, es, lamentablemente, la teta de la Municipalidad de Esperanza, así como se oye, esa, la nunca tocada, la impoluta, la nuestra.