EL RATON DE VALAIS
Aclaración: Para evitar malentendidos, el narrador aclara, que los personajes de estas historias son absolutamente ficticios, falsos, inventados, producto de la fantasía, pura literatura y que solo se intenta contar la vida de un ratón ciudadano cuyos ancestros llegaran en los barcos fundadores de la colonia Esperanza. Es solo un roedor indiscreto e inofensivo que se mete en los dormitorios y en los salones oficiales para contar lo que ve. En definitiva una fábula donde los animales hablan y, a veces, hasta nos gobiernan (los animales digo...). EF
HOY: La mansión de Belgrano y Lehmann
Escribe: El ratón de Valais.
"Visto el clima reinante en la ciudad de Pedroni y Mamá Juniors, el ratón, con ancestros en el cantón de Valais, se aprestaba a reposar en su fresco cuchitril, echado sobre sus suaves lanas y dispuesto a no mover un dedo, "solo moveré el esqueleto para pasar las hojas del tomo II de las obras completas del filósofo Leon Arde" -se dijo el bicho-, las cuales estaba leyendo y retomaba cada vez que podía. En esos trámites andaba el roedor, cuando vino a irrumpir en su refugio el caro amigo y maestro Zaratustra viejo ratonazo con cueva en la histórica mansión de Belgrano y Lehmann, agitadísimo y con evidentes señales de insolación siestera.
-¡Maestro! ¿Qué hace usted en la calle a esta hora? ¡ Ignora acaso que una persona de edad avanzada, con esta canícula, debe mantenerse inmóvil y lo más cerca posible de una fuente de hidratación!
- Hijo, edad avanzada tiene tu abuela, dame algo fresco... -dijo el viejo con la lengua afuera-
- Siéntese, descanse y mándese un vasito de "Amargo Obrero" antes de hablar, es muy posible que, dado el largo trayecto que ha recorrido desde su morada en la esquina de Belgrano y Lehmann, hasta aquí y (para colmo) a estas horas en que el sol cae a plomo sobre el cemento, usted se haya deshidratado....
Es necesario reiterar que el viejo ratón (y filósofo) Zaratustra, tiene su domicilio en los altos de la histórica mansión de la calle Belgrano y Lehmann, y que su amigo (y discípulo) el ratón de Valais reside en la calle San Martín, justo frente a la Unidad Regional XI de policía, lugar al que se mudara no hace mucho, esperanzado en cumplir su deseo (por ahora frustrado) de tener casa sobre una avenida (¡Salve Señorita Copes!). El largo trayecto que hizo el viejo desde un punto al otro debe ser estimado, entonces, por los distinguidos lectores.
-¡Usted está loco viejo, largarse en un día como hoy, siendo como es un ratón de la tercera edad! -se escandalizó el ratón de Valais mientras se enroscaba al cogote una toalla mojada
- Suspendamos la chicana de la edad y consideremos que hice un alto en la fuente de la plaza, la que por suerte se encuentra en actividad y en la cual aproveché para refrescarme durante unos minutos antes de continuar mi camino hacia este cuchitril. -retrucó el maestro mientras hacía fondo blanco con el Amargo-
- Bien, basta, ahora espero que tenga una buena razón que justifique semejante osadía, señor mío....
El maestro se ubicó en un rincón de la estancia y tomó aire una o dos veces para recuperarse definitivamente. Enseguida se sirvió otro vaso de Amargo Obrero, miró hacia un lado y otro para asegurarse de que no habría escuchas indiscretos y bajando la voz dijo:
- Amigo, tengo miedo.
- ¿Miedo? -dijo el de Valais saltando de su camastro- ¡No me asuste viejo! ¿De qué tiene miedo? ¿Le tiene escozor a la parca?
- Tengo miedo de quedarme sin casa, de quedarme en la calle, pequeño ...
- Maestro, usted nunca se quedará en la calle porque vive en los altos de una casa del siglo XVIII, construida por arquitectos que hicieron la tesis con Le Corbusier y ...
-¡Sí, pero desde que murió Le Corbusier que no le ponen ni un ladrillo!
- Bueno, pero es tan sólida y está tan bien hecha que se ha transformado en un monumento indestructible, además he visto unos albañiles zampando portland a troche moche, no se preocupe, haga de cuenta que vive en el palacio de Versailles...
- Esta mañana sentí que algo me hacía cosquillas en los bigotes y vi con estupor que era la rama de un árbol que echó raíces en los balcones. -el viejo hablaba ahora con una profunda tristeza.
- ¿Un árbol en el balcón? Ojo, maestro que hay plantas ornamentales, piense usted que ese hombre que tiene un vivero en el jardín de la cerveza, entre gallos y medianoche, le arma un jardín en cualquier parte así usted lo quiera o no...
- No es un jardín, son yuyos, yuyales mejor dicho...
Cuando el viejo maestro Zaratustra se mandó al buche el cuarto vaso de Amargo Obrero la tristeza se había convertido en un misterioso estado de agradable euforia etílica. ¿Quién me manda vivir en una casa semejante? ¿Qué clase de ratón vengo a ser yo? ¿Soy digno de refugiarme en esos históricos salones? ¿Adonde hemos descendido?, ¿Acaso la destrucción del benemérito palacio solo importa a los seres inferiores como quién les habla? ¿El sacrosanto palacio se ha transformado en una guarida de "colados" y polizontes de un barco que se hunde?
-Usted no es un "colado" maestro ...
-Sí, soy colado. -dijo amargamente el viejo.
- ¿Quién le dijo eso?
- La señora, la dueña del castillo ... "¡Zaratustra, usted es un intruso, un "ocupa" y un colado, pero ahora no me importa, quédese en su agujero! ¡Que el lujo y el arte se transforme en una cueva de ratones y que se venga abajo de una vez y para siempre!"
- ¿Eso dijo?
- Eso mismo me gritó por el hueco de la augusta escalera de mármol... -dijo el filósofo con lágrimas en los ojos.
El viejo maestro preso de la angustia, apoyado contra la pared del loft de su amigo, parecía recordar los momentos felices que había pasado en la mansión histórica de la calle Belgrano.
-En una fiesta de año nuevo conocí a la que iba a ser mi compañera de toda la vida. Abajo, en los salones, presididos por monumentales arañas, recuerdo que la gente bailaba alegremente, nadie imaginaba el triste destino del histórico palacio...
- ¡No dramaticemos maestro! ¿Y cual es ese destino, si se puede saber?
- La máquina moledora de cascotes de "vitrola" Ven de Balde, hijo...
- Me parece que no es Ven de Balde Maestro...
- Da lo mismo, la máquina es lo que importa...
Dicho lo dicho el maestro lloró sin consuelo, hasta que se le pasó el efecto del cuarto litro de amargo que espichara mientras exponía sus angustias. A las seis de la tarde hubo de levantarse de la siesta a la que fue obligado por el ratón de Valais y la señora madre de este. Luego de la susodicha siesta, dicen que fue visto el viejo ratón y filósofo al que llaman Zaratustra, trotar alegremente en dirección a su legendario domicilio en los altos de la histórica casona de Belgrano y Lehmann."