AÑO 18

NUMERO 61629

Novela

Año: 3

Número: 147

LA NOVELA DE MAMÁ JUNIORS (TERCERA ENTREGA)

Por: Edgardo Ferrero
Aclaración: El que lee debe saber que esto es un dramón por entregas. Por lo tanto para evitar malentendidos, el narrador aclara, que los personajes de estas historias son absolutamente ficticios, falsos, inventados, producto de la fantasía, pura literatura. Y por si esto fuera poco, el que escribe cumple en aclarar que todo lo que aquí se cuenta es " bruto delirio de la fiaca creadora" que responde casi seguro a un quiebre en la inestable personalidad del autor. Por eso mismo, en caso de producirse alguna similitud con cualquier hecho real, el lector debe atribuirlo derecho viejo a simple casualidad, magia de la literatura, ¿vio?. . . (E. F)

ENTREGA 3

"Estando el gran tesorero "Titín" en sus oficinas y practicando el rito diario de contar las monedas que conforman el tesoro del reino, dicen que viene a entrar a grandes zancadas el asesor albacea y sustituto doctor Rubén del Rosario Albarracín más conocido por doctor Chapatín hombre de gran prolijidad y peinado a la gomina.
- Señor "Titín" saque usted al momento la chequera del reino que necesito unas kanacas para urgentes trámites ordenados para la graciosa majestad señora Mamá Juniors -dijo el abogado moviendo apenas los labios de su boquita corazón.
- ¡La chequera, jamás se saca salvo que usted traiga las credenciales lacradas por las oficinas de compra y suministros, sello del secretario de gobierno e impresión digital de la Reina Blanca! - dijo el tímido tesorero mientras mordía un niquel de cinco centavos.
Se hizo un tremendo silencio en que las miradas de los dos funcionarios reales se cruzaron a tal punto que por un momento los testigos creyeron que se produciría un chisperío en el recinto. Menos mal que al rato el ruido de una rata corriendo entre los biblioratos rompió el hielo y obligó al doctor Chapatín a quitar la vista del tesorero para dirigirla hacia un armario que decía "Intendente Breques junio de 1965".
- ¡Una rata! ¡Una rata allá! - gritó Chapatín con el mocasín en mano a modo de chancleta dispuesto a aplastar al roedor- ¡Señor tesorero, usted tiene la oficina llena de alimañas!
- ¿Por quién lo dice? - retrucó el funcionario de hacienda sin sacar la mirada del otro.
- Debo decirle que usted tiene ratas y seguramente hasta cucarachas en los cajones. Es posible que todos los elementos de pago, inclusive el mismo dinero del reino, hayan sido almorzados por los bichos que cogobiernan con usted... ¡Usted es un verdadero asco señor Tesorero! ¡Y le ordeno de inmediato que me entregue un cheque o en su defecto el dinero en efectivo para oblar unas vituallas a nombre de la gran Pachamama!

Escuchado esto el tesorero "Titín" pareció quedar presa de un ataque de risa. Acto seguido se dio vuelta los bolsillos de saco, pantalón y calzoncillo, mostrando los dobladillos para hacer evidente ante el Asesor y sustituto que no tenía dinero alguno entre sus ropas y sacando un dedo de goma adquirido a los artesanos de la Avenida Córdoba (posiblemente Eva Perón) señaló la puerta de salida.
- Váyase por donde vino, no hay plata para nadie.
- Aténgase a las consecuencias, usted sabe que el pedido es de la Reina Blanca.
- ¡Por más que sea del Papa, acá las cosas son como son...! - Insistió Titín sin abandonar el dedo que señalaba la puerta-
- Usted se lo pierde - dijo el doctor Chapatín dando media vuelta dispuesto a salir.
- ¿Cómo dijo, qué es lo que me estoy perdiendo?
- Nada. Es un negocio que quería ... pero, si no se puede, no se puede.
- Momento, de qué negocio está hablando...

El doctor Chapatín sacó una coqueta factura de una tienda amiga con edificio de dos pisos en otra comarca en la cual se incluía claramente el siguiente producto: "Poncho Blanco con puntillas y cotillón" pesos ciento veinticinco mil.
- ¿Poncho blanco...? Yo supe de una historieta que se llamaba "Poncho Negro" pero esto... - susurró el tesorero mientras miraba la factura.- ¿Qué es esto, señor abogado?
- Es la factura del poncho que usó Mamá Juniors para decir el discurso en la fiesta... ¿entiende? -contestó Chapatín refregándose las manos.
- ¿Y eso cuesta ciento veinticinco mil pesos?
- ¡Está usted loco Titín, ese poncho sale cien pesos la docena!
- ¿Entonces?
- Ese es el negocio. Yo tengo la factura, usted paga de los fondos del reino...

El tesorero escuchaba atentamente mientras se secaba las comisuras con un decreto de viáticos. Sonreía con malicia al tiempo que acariciaba la llave del candado que guardaba los dineros del pueblo. Lo último que se escuchó en la habitación en medio de los chirridos que hizo la caja de caudales al abrirse fue la vocecita del funcionario Titín diciendo en un hilo de voz al Doctor Chapatín...
- ¿Doctor, por qué todos los chanchullos que me trae salen ciento veinticinco mil pesos...?

Escuchado lo que se escuchó y contado lo que se contó por testigos que entran en la categoría de ultrasecretos, no se supo nada más de lo que pasó con los fondos públicos que según el relato estaban en claro peligro de extinción. La prueba de todo lo que se dice aquí y más arriba es la efectiva verificación de que la gran dama blanca del Salado, la gatúbela gringa, o sea, Mamá Juniors usó efectivamente el poncho blanco con flecos durante toda la fiesta de la agricultura, leyó el discurso, coronó las reinas y se congeló escuchando al Chango Spasiuk en la soledad gélida de la plaza frente al escenario mayor. Creer o reventar.
 
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