Al peronismo esperancino (suponiendo que exista) hace unos años lo convencieron de que con un candidato del "palo" jamás llegaría a la municipalidad. De allí en más unos cuantos compañeros salieron a ofrecer la candidaturas a cualquiera. Es fácil comprobar este hecho preguntando a los profesionales que recibieron la oferta (porque según la receta del éxito tenían que ser profesionales) , próceres locales, notables de los cuales hasta se podría dar nombre y apellido porque no es vergüenza haber rechazado el convite del incinerado partido justicialista. Los "compañeros" hicieron algunas pruebas candidateando a personajes que de peronistas no tenían nada y así consiguieron habilitar uno que otro asiento en el Concejo, que era igual que nada porque los "elegidos" nunca respondieron a los mandos naturales, más bien hicieron la suya, llevaron agua y plata para su molino. Pero a grandes rasgos ese fue el camino que nos trajo a la situación actual. Deshilachado como venía el justicialismo tenía muy pocas posibilidades que una persona "de bien" se subiera al tren aunque solo sea para figurar.

Muchos conocen las biografías de los que rechazaron los ofrecimientos, son numerosas y no necesitan completarse con demasiados detalles para que el lector tenga una idea de a quienes nos referimos. Los sucesivos fracasos en media docena de intentos eleccionarios hicieron pensar a algunas figuras de la farándula local ( ya beneficiados con una banca en la calle Lehmann), que no sería mala idea saltar a la pista del circo (sin soltar el sillón edílico) para degustar las mieles de la máxima distinción. De todos modos era solo una candidatura que aseguraba un prestigioso segundo puesto, nada que perder. Significaba conservar un heroico lugar de opositor, una silla giratoria en la calle Lehmann con sueldo, sin exigencias y, lo más gratificante, disfrutar de un inmerecido respeto de la gente.

Sin embargo, en las elecciones de setiembre todo cambió. Los que pensaban dormir tranquilos empezaron a tener pesadillas. El peronismo esperancino ganó la Intendencia -en forma impensada pero ganó- y eso significaba que aquellos que (de incógnito) se habían aprovechado de la política para ganar plata y honores sin dar mucho, debía asomarse ahora a la brutal exposición pública que atormenta a todos los responsables del destino de una ciudad entera. Eran llamados a conducir un avión los que estaban apenas preparados para remontar un barrilete. Pasados los primeros momentos de euforia, después de unos meses descargando culpas al gobierno anterior, la "prótesis" justicialista ahora en la Intendencia, entró en pánico.

El pánico paraliza. Por supuesto que si un equipo es bueno, tiene alguna idea en común, todo resulta más fácil, pero este equipo no tiene códigos comunes, no olvidemos que los funcionarios se convocaron sin pensar en una comunión de ideas, se juntaron casi subestimando la responsabilidad y hoy pagan las consecuencias ( ellos mismos y la ciudad) de la falta de cohesión, de la ignorancia de lo que significa gobernar una ciudad de 50.000 almas. Hoy, por desgracia, el gobierno municipal es llevado adelante por lo que, en términos futboleros, se llama, un "rejuntado". Y todos sabemos que un rejuntado no es un equipo.

La ausencia de idoneidad profesional, la nula preparación política y hasta la sospechosa conducta de algunos miembros del municipio hace que la nueva gestión se pierda en devaneos infantiles, disculpas que nadie oye y una ignorancia total de los temas que son prioritarios para la comunidad. De hecho todas las obras importantes las está haciendo la Provincia y el Municipio mira y las incluye torpemente en sus spots televisivos. Pero eso no es todo, porque ahora hasta la empresa privada salió con un proyecto de Parque Industrial demostrando -sin proponérselo- la inacción de los funcionarios de la subsecretaría de la producción que debían ocuparse del asunto.

Un gobierno en pánico, acorralado por sus propios desaciertos, con colaboradores ineficientes que se hablan poco entre sí, con un secretario de hacienda temeroso, quejoso y ajeno a los códigos políticos, sin presupuesto, sin crédito, sin plata, con asesores que no aciertan, con un copamiento del Municipio por punteros interesados, con problemas con los empleados, problemas con las instituciones, problemas con la justicia ... Oiga, esto es grave. Es grave para todos los que viajamos en el avión de la ciudad. Para colmo, de este avión, los pilotos se tiraron en paracaídas y ahora lo maneja la cocinera.