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Actualidad

Año: 13

Número: 612

LA CIUDAD EN EL HORNO. DE FASCENDINI A MEINERS. 

LA CIUDAD EN EL HORNO. DE FASCENDINI A MEINERS. 

LA CIUDAD EN EL HORNO, DE FASCENDINI A MEINERS.
La actual Intendenta cuenta, instalada en el sillón del alcalde, casi el mismo tiempo que le llevó a Fascendini traer el gas con red domiciliaria a la ciudad, inaugurar el sistema de círculo para hacer asfalto con empresa municipal incluida y cientos de cuadras terminadas, fundar el ITEC con edificio propio, crear al Parque de la Agricultura, fundar la Cooperativa 8 de Setiembre (con Guibert, Erni y Sosa) que hizo más de 700 casas, barrios enteros en toda la ciudad, además de la red cloacal y todo lo que se hace de rutina, agua corriente, iluminación y unas cuantas cosas más. Esto parece una obra faraónica si la comparamos con lo hecho por Meiners desde 2007 hasta hoy, pero, ¿qué es lo que impidió o impide a la actual administración hacer lo mismo o, aunque más no sea, emular a Fascendini?

Recordemos que el hoy vicegobernador asumió como Intendente en 1983, con el envión de Alfonsín y Herminio, imponiéndose por pocos votos a Andreoli padre, un histórico del peronismo, un referente de un “movimiento” que contaba entre sus líneas a la “crema” más combativa del momento, la juventud peronista sacudiéndose todavía el polvo de la lucha contra la dictadura, sindicatos triunfantes intactos y, por si esto fuera poco, el saldo de guerra, con sus muertos y desaparecidos reclamando sus medallas. Los memoriosos recordarán como recibieron los municipales a Fascendini, con una concentración como nunca se vio en la ciudad, atropellando contra el municipio, con pintadas, bombos y gritos de combate. En fin, sirva el ejemplo para entender que no fue fácil para el joven Contador Público que, sin embargo, se repuso de toda esa intimidación inicial (que era para asustar a cualquiera), se acomodó y arrancó con una carrera política que dura hasta el presente.

¿Pero qué pasa con Meiners, por qué no puede hacer ni la décima parte de lo que hizo el Intendente estrella? La señora no sabía ni como se llamaba, así y todo empezó con ganas pero después se aburguesó, eso se escucha por las calles, eso dicen los muchachos. “Lo que sucede es que los otros no paraban, estaban todos los días inventando algo. Estos en cambio, llegan, se sientan y de tanto sentarse, se achanchan. No hay diferencia entre el Intendente, el gabinete y los empleados rasos. Burócratas, son burócratas, cultores de la “burocracia”, eso es lo que pasa”.

Meiners lleva diez años de poco y nada. Se rodeó de laderos que sabían (y saben) menos que ella y que le arruinaron la gestión. Con lo que hizo Albarracín, basta y sobra, con eso solo ya tiene como para no dormir por un año. La alcaldesa ponía la cara y los otros hacían y deshacían a su antojo. Cosas tremendas. Dignas de los más rancios gobiernos oligarcas, como la suspensión de los pagos de las dietas al Concejo. Se perdió lastimosamente el tiempo, una década, que apenas contiene discursos, reuniones, intenciones, literatura, nada concreto para mostrar. Los funcionarios Meiners y su “animémonos y vayan” siempre esperando el milagro de la ayuda que viene del cielo, o, mejor dicho de la provincia, porque fue el gobierno provincial el que siempre salvó las papas. Canales, Defensas, escuelas, pavimento, subsidios y créditos para el parque industrial, todo llegó de la provincia. ¿Qué quedaría si se saca lo que vino de la Provincia? Poco y nada, más nada que poco.

Meiners tuvo durante diez años la oportunidad de traer obras a la ciudad desde la Nación, porque –según los dichos de la misma Intendenta- era “culo y camisa” con De Vido y todos los funcionarios que manejaban a discreción los recursos públicos. No trajo nada. Ahora que sus amigos se fueron aparecen unos jardines de infantes y algunas obras que, por supuesto, tiene que pagar el nuevo Presidente. Un fracaso.
Pero, aparte de todo este camino de desidia y frustraciones, deberíamos preguntarnos cuánto tiempo más la ciudad podrá soportar esta parsimonia de sus funcionarios. Consideremos que lo que se está haciendo son unas pocas obras que pagan los vecinos. Nada del otro mundo, pavimento, ripio, en fin, lo de siempre, aquello que no exige demasiada materia gris por parte de los que, supuestamente, mandan.

La triste realidad es que, cada vez estamos más lejos de aquellos tiempos dorados en que Fascendini (querido por unos y odiado por otros) deslumbraba, imparable, con imaginación, coraje y obras a todos los esperancinos. ¿Habrá sido verdad aquello o lo habremos soñado? La lista de todas las realizaciones de los 80 parecen una locura imposible comparadas con la el “meta hacer nada” de lo que se nos muestra hoy. Tonterías recaudatorias tales como el “estacionamiento medido” o el “radar vigila”, simples elucubraciones trasnochadas, se exponen como lo máximo de lo máximo de la producción del ejecutivo local.
Todo tiempo pasado fue mejor, dice la copla clásica. Y en nuestro caso parece cumplirse en toda su magnitud. Aparte de los detractores de Fascendini (que son unos cuantos), aparte de aquellos que se conforman con el insulto partidario, una cosa es inapelable, es inapelable el gas, el pavimento, el ITEC, el parque, las casas y, lo peor de todo, es imposible dejar de imaginar todo lo que con esa velocidad del 83 se podría haber hecho y no se hizo. Lamentablemente eso es irrecuperable.