No se puede tener todo. Por ahora conformarse con estos desagües es la consigna. No se puede creer que durante una década Meiners nos haya vendido el cuento de que estaba destapando los desagües (de hecho esa fue la razón principal por la que ganó las elecciones). Los remanidos desagües destapados y todo resulta que funcionan cuando NO LLUEVE, porque cuando caen cuatro gotas se inunda la ciudad. Lo peor es que estamos frente al síndrome de la frazada corta, no se inunda el SUR que antes se inundaba pero se inunda el centro. Los vecinos de la zona VIP están a un tranco de tener que pedir bolsas de arena. Mientras tanto Meiners sigue con la perorata que si bien el agua avanza no es para preocuparse. Es cierto no es para preocuparse mientras llueva menos de cien. Si llega a llover doscientos como llovió en aquella trágica Navidad en Janssen y Lehmann el agua llega al tercer piso. Lo que debe anotarse para el campeonato mundial del caradurismo es el discurso sobre los desagües. Una década destapando la bombilla y sigue tapada. 

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