La ciudad y el liderazgo

Los votos otorgan “facultad” de mando, pero no otorgan “capacidad” de mando. Lamentablemente, para conducir el destino de una comunidad, se necesitan las dos cosas. Facultad y Capacidad.
Cuando se carece de alguna de estas condiciones, se produce la usurpación del poder del Estado por los funcionarios. O sea, se “corrompe” el poder con individuos aislados del cuerpo social que no eran NADA antes del nombramiento que le deben. Y no eran NADA porque no están ligados con nada que no sea el aparato del que forman parte.

Cuando no hay “capacidad” de mando, el Estado parece ocupado por una fuerza extraña que no interpreta correctamente la intención histórica que encarna. Los funcionarios manifiestan falta de autoridad y son incapaces de gobernar, son ineptos para cumplir con su responsabilidad convirtiendo el papel del estado en síntesis del pensamiento comunitario.

Esta inadecuación cualitativa solo consigue el desplazamiento de los creadores y el poder pasa a manos de los mediocres, los funcionarios degeneran mientras surgen nuevos valores en el pueblo. Las causas de la decadencia producen efecto inmediato, como la corrupción que disminuye el espíritu de servicio.

Por supuesto que la capacidad de afirmación de un pueblo no depende de la moral de sus componentes individuales, pero las fallas éticas terminan retrasando al conjunto social.
 

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