www.esperanzanews.com.ar

Ciudad

Año: 12

Número: 583

HISTORIAS DE LA CIUDAD SECRETA. HOY: "CHORROS HUBO SIEMPRE"

HISTORIAS DE LA CIUDAD SECRETA. HOY:

Está difícil para todo. Te asalta cualquiera, pero lo peor, lo que te destroza el corazón es que nadie te sale de garantía.

Viejo Boliche de la calle Córdoba, mediodía.

Esto de los robos no es de ahora -dijo el Colo mirando fijo a un flaco con cara de yarará peinada a la gomina.
-No me diga que usted también fue víctima de un afano, don Colo.
-Ni que hablar. Yo era propietario de un carribar, que se había puesto de moda porque solía concurrir gente de la farándula local. "Todo Frito" se llamaba, no sé si lo oyó nombrar.
-La verdad, el médico me suspendió el frito, don colo.
-Habíamos puesto hasta mesitas en la calle. No pudimos poner música porque la Municipalidad nos jodió con todo tipo de inconvenientes. La especialidad de la casa era un sánguche gigante que se llamaba "el gringo". Era una locura, vendíamos a lo loco: "¡Dame un gringo! ¡Doble! ¡Mi novia quiere repetir!". Era tan grande ese sánguche que se comía en pareja, su novia se lo tenía que sostener porque no lo podía comer solo.
-Un negocio brillante, don colo -dijo el flaco con cara de serpiente.
-Hasta que nos asaltaron. Fue una noche que vendíamos a lo loco, se acercaron unos tipos muy encapuchados. "Mum, mum" me dijo el tipo de abajo de la bufanda. Yo pensé que quería un pancho y le dije "se lo agarro yo o lo agarra usted".  "¡Lo agarro yo, porque es toda la guita lo que quiero, dáme la guita!". Bueno, tome -le dije- seis pesos es todo lo que hicimos.
-Le dio toda la recaudación, don colo. ¿Y qué hizo el chorro, se fue?
-Ojalá se hubiera ido. No me creyó y ahí nomás puso una camioneta de culata y nos cargó todo, kiosco, panchos y hasta a nosotros también.
- ¿Lo secuestraron, don colo?
- Y por si eso fuera poco, no nos soltaban, nos decían que nadie respondía por nosotros porque no tenemos familia, ni amigos, ni nada.
-¿Y los clientes de la farándula que usted dijo, los que comían "el gringo"? -se interesó el bolichero.
- Le mandamos a preguntar a uno que es cantante y se hace llamar Johnny para ver si se acordaba de nosotros y mandó decir dijo que su filosofía era no salir de garante de nadie y menos de vendedores de sánguches.
- ¿Y quién los ayudó entonces?
- Nadie, nos soltaron porque los teníamos podridos. Hicimos un arreglo y al final se pusieron ellos con el kiosco.
-Bueno, menos mal, don colo, por lo menos se mantuvo la fuente de trabajo.