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Ciudad

Año: 12

Número: 581

HISTORIAS DE LA CIUDAD SECRETA: "EL SILLÓN MUNICIPAL VIBRA QUE DA MIEDO."

HISTORIAS DE LA CIUDAD SECRETA:

"Los muebles usados transfieren las ondas negativas del que los usó antes" dijo la alcaldesa mirando con el ceño fruncido hacia el sillón municipal. 

"Es lo mismo que las paredes de este propio palacio señores, por ejemplo, si resulta que vino un loco (de esos que suelen venir) y se rasca contra la pared, deja toda la onda negativa pegada y después viene, por ejemplo, la novia del Secretario de Gobierno, disculpe -dijo la señora mirando a Anza- y hace lo que suelen hacer las novias, es decir, apoyarse contra la pared y bueno, usted notará con sorpresa y consternación que su no novia ya no es la misma"

- Miren si no, lo que le pasó a Santesso -dijo Gómez con un hilo de voz.

- ¡Y su novia que dice, ay no sé que me pasa, desde que me apoyé contra la pared, soy otra! -insistió la señora mientras al secretario Anza se le llenaban los ojos de lágrimas. 

- Acá no podemos sacarnos de encima el fantasma de Fascendini, hasta en los muebles usados pasa lo mismo. Si usted se acuesta en una cama siente las vibraciones del que estuvo antes -dijo la señora.

- Y si no se levantó, peor -dijo Schnell al oído de Robledo. 

- ¿Y si en una silla estuvo sentada su amante, por ejemplo, y después viene su novia?, ella siente las vibraciones y se le mueve la silla . -dijo la alcaldesa siempre mirando a Anza que ya no sabía donde meterse.

- ¡Ay, quién estuvo aquí sentado? Y usted tiene que confesarle la verdad. -La Intendenta actuaba exagerando ante todo el gabinete- Mi amor, acá estuvo fulana, aunque por razones profesionales, vino a pedirme un puestito en el corralón.

- Entonces, afuera pasa lo mismo -preguntó inquieto Gómez el de Hacienda.

- Si usted va a la Royal y usted como profesional ya sabe quién se sentó porque le vibra la silla -dijo Schnell la señora de promoción social. 

- Hay lugares donde se acostaron miles de personas -intervino Miliki Fernandez, secretario de servicios del Municipio.

- Tiene razón Miliki -dijo tímidamente Luciano Anza, el morocho de gobierno- usted se puede acostar en una cama que está poseída por otra persona. 

-¿Quién está poseída, la cama o su novia? -dijo la señora Schnell.

-¡Mi novia no está poseída! -gritó indignado Anza. 

Su excelencia, la señora alcaldesa de la primera colonia agrícola organizada, ya había encarado la puerta de su despacho, dejando de seña a todo el gabinete. Bostezando la primerísima dama parecía decir entre dientes que "ni en pedo se sentaríaotra vez en una silla en la que había apoyado el culo Fascendini que para colmo ahora era vice gobernador". Cruzó a pàso redoblado la secretaría donde su propia hija controlaba las audiencias y pudo jurar luego que las vibraciones del lugar le movieron la dentadura postiza.