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Novela

Año: 12

Número: 553

LA NOVELA MUNICIPAL. HOY: "¿QUÉ COME LA SEÑORA QUE ESTÁ TAN FLACA?"

LA NOVELA MUNICIPAL. HOY:

-¿Qué tengo para comer hoy? -preguntó la señora a un morocho que había cambiado de "puntero" del PJ a cocinero de la doña.
- Hoy arrancamos con una ensalada de porotos de soja, seguimos con una milanesa del mismo material y de postre una compota de manzanas, señora.
- Otra vez esa porquería. Traeme un pedazo de pan.
- Lo siento en el alma señora pero el doctor Elena le prohibió el pan.
- Al carajo con Elena, traeme pan, negro o te rajo.
- Disculpe señora, pero no hay pan. Cuando se supo que usted no podía comer pan por el régimen, se lo morfaron los muchachos.
La alcaldesa quedó con la vista fija en la ensalada de soja.  "Por qué carajo tenía que comer  esa basura. ¿Qué era ella, un chancho acaso para comer porotos, no era ella la que mandaba en la municipalidad, de qué se las tiraba el matasanos Elena para prohibirle el pan?
- Oiga, vaya de inmediato hasta el quiosco de la esquina y traigame media docena de alfajores.
- ¿Qué alfajores señora?
- ¡Alfajores, alfajores, que tanto lío, negro, vaya urgente carajo!
El morocho, vestido con impecable atuendo gastronómico, lejos de cumplir con la orden, se quedó parado mirando fíjamente a su jefa.  La señora sintió los ojos negros del moreno brillando contra el blanco de la chaquetilla y se arremangó la blusa mientras miraba de reojo buscando sobre el escritorio algo para tirarle.
- ¡Qué pasa, movete o te tiro con el colonizador! - gritó la gran dama amangando con el muñeco de fierro.
- Señora -dijo el negro enarcando las cejas- el efectivo.
-¿El qué...?
- La guita para comprar los alfajores doña.
- Ah, pagalos vos que después arreglamos.
- No. -dijo el negro- Ya me debe la mortadela del otro día.
- Pedile un cheque a Gómez.
-Señora no me diga que no tiene ni para alfajores.
-Tengo. Pero yo no pongo un centavo de mi bolsillo para la Municipalidad.
- Pero los alfajores se los va a morfar usted.
- Son viáticos.
El morocho tomó la bandeja y se acercó a la mesa donde había dejado el plato con la ensalada de soja. Cuando se dispuso a levantarlo la señora le tomó el brazo. El negro miró a la alcaldesa. La alcaldesa miró al negro. El negro tiró del plato. La Intendenta también tiró del plato. Sin dejar de mirar a su empleado la señora se puso de pie.
- En serio ¿no vas a poner para los alfajores?
- No.
- Entonces dejá la soja.