El juez de Instrucción Sexta, Sergio Carraro, procesó el mes pasado a un joven de 20 años que mató a golpes a un vecino de 60, en medio de una pelea ocurrida en un barrio periférico de la ciudad e Esperanza.
La resolución judicial atribuye a Fernando Nicolás Mars el delito de “homicidio simple cometido con exceso de legítima defensa”, en perjuicio de Raúl Luis Aimar, de 60 años, quien falleció en el Hospital Cullen de la capital provincial, a causa de las lesiones recibidas en la pelea.
El hecho se remonta a la madrugada del 30 de septiembre de 2013, cuando Nicolás Mars acompañaba a su tío, un hombre de 40 años, a buscar una bicicleta en la casa de su vecino.
Pero al llegar a la casa de Aimar, ubicada en calle Belgrano al 57, los recién llegados fueron sorprendidos por el dueño de casa, que con un mango de pala o rastrillo los atacó a los golpes.
De hecho fue un primo de Mars quien los encontró, y fue el primero en recibir el embate violento mientras intentaba calmar las aguas.
Según el relato de numerosos testigos, entre ellos el del propio imputado, existía una vieja disputa familiar entre Aimar y la familia Mars; pero además, todos coincidieron en destacar el comportamiento violento y antisocial del sexagenario.
En la vereda
Esa madrugada la mala fortuna puso al joven y al viejo frente a frente, con resultado lamentable para ambos, porque uno pereció en el ataque y el otro permanece en prisión desde entonces, a la espera de una condena.
Una patrulla del Comando Radioléctrico de la Unidad Regional XI acudió al lugar esa madrugada de primavera, donde se encontró con el cuerpo semidesnudo y visiblemente golpeado, tirado en la vereda.
Dos personas fueron arrestadas entonces. Uno de ellos era Mars, quien reconoció haber golpeado a la víctima, pero desvinculó a su tío, que según numerosos testimonios estaba totalmente borracho.
Del occiso los vecinos dijeron que vivía solo, en una “tapera” de condiciones precarias, sin puerta ni luz eléctrica, y que solía estar alcoholizado.
“Aimar era una persona conflictiva, que siempre los insultaba y provocaba”, se oyó decir en el barrio. Otra vecina contó que el muerto “era un hombre agresivo” y que incluso amenazó con violarla cuando mantuvo un entredicho en una oportunidad.
Autor confeso
A su turno, el joven Mars declaró en tribunales que no tuvo intención de matar al hombre, pero reconoció que se defendió de la golpiza al punto que le asestó golpes de puño, palos y puntapiés, enceguecido de furia.
Con la información probatoria reunida, el juez Carraro analizó las circunstancias en las que se dieron los hechos, valorando como “lógica” la reacción del dueño de casa, que en medio de la madrugada se despertó cuando tres personas intentaban acercarse a su morada, que no tiene puerta ni luz.
Lo que no se explica el magistrado es por qué la víctima tomó a Mars e intentó meterlo en la casa después de golpearlo y reconoció que la actitud de este último “se originó como respuesta a una imprevista agresión sufrida”.
“Se puede sostener que a partir de allí se produce un desajuste en la conducta del encausado que lo llevó a agredir en forma excesiva a su víctima hasta darle muerte”, y bajo ese precepto lo procesó por homicidio con exceso de legítima defensa.