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Novela

Año: 12

Número: 549

LA NOVELA MUNICIPAL. HOY: TODOS EN PATAS QUE LLEGAN LOS REYES.

LA NOVELA MUNICIPAL. HOY: TODOS EN PATAS QUE LLEGAN LOS REYES.


- ¡Quiero que todos pongan los zapatos en el balcón!!
- –dijo la primera mandataria mostrando con el ejemplo como debería ser la cosa.

-     ¿Señora, usted dice que nos quedemos en patas? –Quiso saber Gómez.
- ¡Y yo como estoy Gómez! ¡Estoy en patas o son dos empanadas lo que tengo ahí abajo!

La Intendenta revoleó los deditos cortos del pie derecho. Si hubiera podido levantarlo hasta la nariz de Gómez lo hubiese hecho.  Estaba caliente porque debía quedarse a hacer  teatro por el día de reyes,, llegaban los reyes y había que entregar juguetes y sonreír un poco. Pensó toda la mañana como incomodar a sus colaboradores para que no se la llevaran de arriba y se le había ocurrido eso de los zapatos.

- Todos al balcón dejando los suecos bien acomodaditos. – Dijo la alcaldesa mientras  controlaba que todos los miembros del gabinete cumplieran la orden.
-
Gómez se quedó en medias. Fernandez se sacó una media que tenía una papa demasiado visible y quedó “una sí y una no”.  Las medias de Anza eran negras de esas que llegan hasta la rodilla.  Dos Santos tenía una media marrón y una media azul oscuro. Las mujeres quedaron con los pies desnudos. Una de las mujeres (cuyo nombre no viene al caso)  puso un pie sobre el otro porque decía que tenía un dedo torcido. La Intendenta observó que los pies de Alexis Bruno Bonete, el relator oficial, estaban sucios.

- Usted bonete no se lavó las patas –dijo y agregó –
- Salí apurado señora, disculpe.
- Con tal que no tenga el culo sucio, por mí no hay problema.

La señora verificó que todos los zapatos de los funcionarios estuvieran alineados en el balcón del Municipio. Se acercó a la baranda y miró hacia abajo donde algunos curiosos se habían detenido. Un gordo con la camisa afuera y anteojos de sol al ver a la Intendenta le gritó: “Tirá algo para los pobres, che”

- ¿Quién fue el maleducado que me trató de “che”? ¿Fuiste vos panzón? –gritó la señora sacando medio cuerpo por la baranda.
-  ¡Si fui yo y qué! –dijo el tipo de abajo sin achicarse.
- ¡Dame tu nombre y apellido que te reviento con los impuestos, gordo de mierda!
- Ay, mirá como tiemblo, qué miedo que me das, “te voy a reventar, te voy a reventar, jua, jua, jua ...” –el gordo de anteojos se movía imitando a la Intendenta. Se habían arrimado unos cuantos  y todos se reían.
- ¡Pero, será posible, que te reparió..!  - la señora miraba para todos lados buscando algo para tirarle al otro.

Ana María dio media vuelta y corrió como una pelotita de nervios  por el salón tratando de encontrar un ladrillo, un cenicero, algún objeto para usarlo de proyectil. Fue y vino, saltó, corrió, volvió a la baranda, insultó a los de abajo, los otros le respondieron, buscó otra vez por todo el salón  y todavía resonaban las carcajadas del piquete cuando la reina del Salado,  Su Majestad, Ana María de los Angeles,  vio los zapatos.  Cuando los propietarios del calzado se avivaron la señora ya había arrojado la mitad. Abajo se escuchaba “¡Ole! ¡Ole!”  ante el estupor de todo el gabinete.  Gómez corrió hacia la baranda tratando de evitar que tire sus únicos zapatos “de salir” negros y puntudos.  Le gritó a los de abajo que se los guarden, que eran de él, que se los había regalado la mamá, que los usaba para trabajar... No hubo caso.

- ¿Qué pasó con los timbos? – preguntó Fernandez insensible viendo que sus semidestruidos  “siete vidas” habían sido arrojados a los leones.
- Se los llevaron. El gordo de lentes los repartió entre los presentes y se los llevaron. –dijo el secretario de hacienda, el perito mercantil Alfonso Gómez conteniendo una lágrima furtiva.
- Feliz día de Reyes –dijo desde el fondo  la señora,  parada sobr una silla, en patas.