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Sociedad

Año: 1

Número: 61

Solidaridad de todos, solidaridad nuestra, solidaridad...

Solidaridad de todos, solidaridad nuestra, solidaridad...

Lo que más nos llamó la atención ni bien llegamos fue la multitud. Después los autos, camiones y camionetas arrimándose al predio para descargar cosas, para cargar cosas, para dar una mano, para ayudar. Los jovencitos de 15 a 19 formaban un enorme pasamano que como una cinta transportadora depositaba las bolsas que traía la gente en las mesas donde otros clasificaban ropa, frazadas, zapatos y colchones. Sobraron los autos (se necesitaban más de cien y sobraron), sobraron los brazos, sobraron los chicos que acompañan a los autos en la colecta, sobraron las mujeres necesarias para clasificar las donaciones, sobró la solidaridad.

Ahora, lo más significativo fue la ausencia de líderes de la convocatoria. No era necesario, la gente se presentó solo por el motivo, casi se podría decir que la gente se autoconvocó, nada ni nadie podría haber conseguido semejante concurrencia. En ese extraordinario ambiente solidario cualquiera que se precie podía organizar la cosa, evitar que se desborde.

Porque todos querían organizarse, todos querían ordenarse y así nomás los gauchos se organizaron y uno a uno los autos con los chicos fueron saliendo por la ciudad a recolectar lo que los otros gauchos en sus casas le podrían dar. Una gran lección de la gente y más que nada de los jovencitos que alegres, en gran número,  desinterés y predisposición se presentaron en el predio para llevar ayuda y para colaborar en lo que se pueda. El que pueda sacar enseñanza de este hecho que la saque.