"Europa es una madama perfumada de olvido. Armó su ajuar saqueando al mundo. Por su gloria Africa vive en llagas. Y ahora también América del Sur. Alemania nos castiga en el Fondo. España es la que mayor tajada saca de nuestra corruptela. Europa se asusta ahora. Se asusta porque Bush deja hacer a Israel lo que quiera. Y también se asusta por lo que piensa hacer Herr Bush con Saddam. Europa está cebada con el petróleo barato que le vende Irak, porque solo produce el 33% de lo que consume. No piensa romper con su proveedor. Europa fue pecando mucho (mucho) rendida a su vida acomodada. Ahora come, viste y vive como nadie. Nosotros no. Nos dicen de todo. Republiquetos, insignificantes y que debemos arreglarnos por nosotros mismos. ¿La forma patriótica de ser argentino es tratar de saber como nos ve el extranjero?"
Disculpen. Pero a veces venir de lejos hasta el lugar chiquito donde estamos parados es un ejercicio interesante. Y lo es, porque nos libera de toda solemnidad mientras nos acomoda en el sitio donde debemos estar. Y en este sitio es donde, nosotros, debemos entregar generosamente todo lo que somos, todo lo que sabemos, todo el mucho o poco talento que tengamos. Con ganas, sin pretextos, sin egoísmo. Creo que ese es el primer mapa del tesoro. Siguiendo esas señales es muy difícil equivocar el camino. ¿Alguien eligió nacer acaso? ¿En tal día, a tal hora, rubio, morocho? ¿Alguien dijo antes de irrumpir en este mundo cruel: "no che, en Malasia no, mejor háganme nacer en Esperanza que me gusta más?
Esta ciudad. Nuestra ciudad. Esta ciudad que es un lugar en el corazón donde no llega el Fondo Monetario ni el Banco Mundial. Esta ciudad que es de todos y no es de nadie, aunque le tiren del vestido los que creen que las ciudades se poseen y no se sienten. Ciudad de los que creen que hay que irse y de los otros, los que saben que la Patria no se elige ni abandona.
Ciudad de los libros enterrados en el 76.
¿Ciudad contaminada? Ciudad de los que esperan algo que no saben bien que es: ¿un futuro? ¿Un futuro, en la ciudad pestilente, de la alfalfa con cromo, de los ladrillos contaminados, del agua, del aire, de la tierra, de todo...? ¿Para qué esperar si creemos en tales catástrofes?
Teorías. Resentimientos. Egoísmos.
Esperancinos que ven la ciudad como extranjeros, como huéspedes de hotel, como si fueran viajantes. Nobleza trucha. Que nos quieren definir la ciudad como un paraje lúgubre donde vivir es imposible. ¿Qué ciudad nos quieren vender? Profetas del individualismo que simulan lo que no son y disimulan lo que son. Mentecatos que asumen una apariencia para especular a favor del espejo. Ventajeros a favor de ellos mismos. Nos quieren definir la ciudad y definan la ciudad de ellos no la nuestra.
Porque esta ciudad, nuestra ciudad, tiene límites precisos, limita al norte con el corazón, al este con el arco, al oeste con Rafaela y al sur... al sur limita con el alma.