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Novela

Año: 1

Número: 7

¡Y sigue la novela. Urgente: Entrá en Novela/5 !

-Los visitantes de la Capital
Fue en ese instante de silencio y concentración absoluta  que los hechos parecieron desbarrancarse y enfilar hacia el absurdo. Tres hombres se presentaron de pronto y se detuvieron frente al primer escritorio con intención evidente de ver al Intendente. Dos de ellos eran mocetones de marcada musculatura, curiosamente iguales en altura y vestimenta a los que solo era posible diferenciar por sus extraños cortes de pelo. El restante, que era un muchachito delgado, barba incipiente,  pelo engominado y mirada desafiante dijo que el gran jefe los estaba esperando.
-¿Por qué asunto es? -Preguntó suavemente la secretaria turca oficiando de primer filtro-
-Es un asunto ultrasecreto -dijo el más menudo de los tres que parecía llevar la voz cantante-
Cuando el joven dijo "ultrasecreto" uno de los empleados al que llamaban "el mono" y otro cuyo apelativo era ni más ni menos que "el sapo" levantaron delicamente la mirada y después de un instante imperceptible durante el cual se miraron entre ellos continuaron con su trabajo.
-¿Ultrasecreto? -sonrió la turca- Lo siento, pero por más ultra que sea deberán darme los motivos de la visita, caso contrario no puedo permitirles la entrada ...
-¡Nos manda el negro Carcagallo! -interrumpió del jóven-
-¡Ooooh! -se asombró la secretaria- ¿Escucharon? ¡Vienen de parte del negro Carcagallo!
-¡Ooooh! -murmuraron todos-
-Un momento, ya los anuncio. ¿Perdón, de donde son los señores si se puede saber...?
-De la capital. -dijeron los tres sacando pecho-
--¡Ooooh, de la Capital! -murmuraron todos mientras la turca entraba en el bunker de Caponino-
Anunciado el trío por la secretaria sirio libanesa los hombres encararon la puerta con paso decidido. La puerta se cerró por un instante, pero antes de que el trabajo de los empleados alcanzara nuevamente su ritmo  la gran oficina del capo quedó abierta de golpe de par en par, dejando ver al engominado secretario en el centro del marco con cara de guerra..
-¡Atención señores! -dijo dirigiéndose a todos los presentes- el jefe máximo solicita la presencia de todos ustedes en su oficina.
Luego de unos segundos de prudente indecisión los oficinistas fueron ingresando uno a uno al gran salón. La notable magnitud del grupo obligó a formar un semicírculo abigarrado que remataba con el amplio escritorio del Intendente que ahora miraba a todos con expresión amigable. El hombre estaba vestido con una camisa rosa prolijamente arremangada, impecable corbata al tono, pantalón gris y zapatos negros luminosos. Los dos musculosos y el muchacho del pelo pegoteado se habían colocado en el centro de la escena a pedido del sonriente Jefe de la ciudad del trigo y la paloma. Una vez que el último de los empleados estuvo en la sala, el capo hizo una pausita para mirar a todos, y habló.
-Bien, los he llamado porque quiero la opinión de ustedes con respecto a la conducta de estos señores, que han venido a nuestra ciudad, al parecer con el no tan noble fin de burlarse de todos nosotros.