De lo peor. La desesperación por la derrota en las PASO parece haber despertado los más bajos instintos de los "cerebros" del gabinete oficialista. Los que dicen no querer volver al pasado se rebajan practicando las más condenables metodologías para intentar perpetuarse en el sillón municipal.  
 
Eso solo bastaría para que la gente los renunciara de una vez por todas de los cargos que ocupan y que, sin duda, deshonran. Aquellos que desesperan por los sillones terminan siendo sospechosos. Tal vez el mentado orden que manifiestan, la transparencia, no sean tales. Es posible que el boliche no esté tan en orden como dicen. 

Los empleados municipales que pertenecen al entorno oficial, los que están cómodos, los que disfrutan de tareas "livianas" y sueldos notables, esos ya votaron la continuidad. Los otros, los que están a disgusto no la votaron ni la van a votar a la Intendenta. Sucede que cuando se privilegia a hijos y entenados, se carga de trabajo a otros y la señora tiene tantos "mimados" que ha generado una profunda resistencia odiosa en la planta municipal, por lo menos, entre los que tienen que hacer el trabajo que los "ñoquis" y parientes no hacen. 

Por eso la presión, el famoso "cuco" que viene, el remanido "portate bien porque te voy a rajar", ya no atemoriza a nadie. Es más, ya ha fracasado más de una vez y la gente recuerda que ha fracasado. Eso es el pasado. 

Párrafo aparte los "empresarios" que salen a defender al régimen de la alcaldesa por televisión con una impericia que da miedo. Personajes, amigotes con pésima imagen que más que sumarle votos a la Intendenta se lo restan.