AÑO 18

NUMERO 61629

Actualidad

Año: 12

Número: 563

EL ESPECTADOR: "UNA COSA ES LA COMUNICACIÓN Y OTRA COSA EL NEGOCIO DE LA PUBLICIDAD".

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Los dos asuntos son lícitos. En nuestra ciudad hay comunicadores que comunican y comerciantes que se dedican a la publicidad. Tambien existen aquellos que mezclan las dos cosas. Aunque mezclar las dos cosas no conviene, porque indefectiblemente el negocio ensucia la comunicación. Y más la ensucia todavía si el "cliente" es el Estado Municipal, porque el supuesto periodista "cobra" por comunicar los actos de su cliente y,  lógicamente, siempre comunica bien para cumplir con el servicio.  Resultado: terminamos deglutiendo muchas macanas porque el que nos avisa que la Municipalidad hace las cosas bien, en realidad le está vendiendo el "discurso" a la Municipalidad. 

Se deduce que el periodista o supuesto periodista (de hecho en nuestra ciudad no hay periodistas), debería evitar que las dos actividades (publicidad y comunicación) coincidan en una sola cabeza porque ese solo inciso bastardea la actividad  más noble. La actividad que sale perdiendo es la actividad periodística. La política se aprovecha de esa situación. En ciudades como la nuestra es muy marcada la contradicción. Aquellos que se autotitulan periodistas luchan por convencer a la población de que no reciben un precio por decir lo que dicen.  Cuando los actores del oficio aparecen contratados por el Municipio se les hace cuesta arriba recuperar la credibilidad. Es triste porque todos tienen derecho a trabajar para vivir. La realidad, sin embargo, ha probado una y mil veces que hay actividades que se prostituyen cuando se mezclan con el dinero.  Por supuesto que nadie impedirá que un periodista cobre por comunicar, pero no podrá evitar una condena social. Al periodista le está prohibido ser oficialista. Si el periodista, comunicador o chimentero se vuelve oficialista pierde el respeto de la gente a la que destina sus apreciaciones. 

Este es un mal que padece nuestra ciudad. La población recibe información tendenciosa por ese flagelo. La solución sería que los periodistas o quienes se ocupan de informar, trabajen, paralelamente, de otra cosa, con el fin de que sus ingresos no condicionen sus dichos. Es la única forma. El individuo que informa sobre gabinete municipal o sobre la actividad del Concejo, no debe lucrar con esa actividad. Mal puede informar de los "chanchullos" del Secretario de Gobierno (Si los hubiera) quien recibe un cheque del Secretario de Gobierno.

Es un problema de dificil solución que perjudica a la ciudad, problema que se agrava a medida que aquellos que venden el servicio al Estado crecen en espacio. Más cobran más crecen en espacio. Los que informan "lo que conviene" a cambio de un precio engañan a la gente y, a veces, hasta engañan a los mismos que pagan para que se diga que todo está fenómeno. Una ciudad con mala información no puede tomar decisiones correctas. Es posible que de haber sabido que existían tantos inconvenientes para construir en el predio del futuro Parque Industrial muchos de los que compraron un terreno no lo habrían hecho, por ejemplo.  O tal vez, de haber estado correctamente informados, los vecinos que aceptaron el "ripio con cordón cuneta" se hubieran negado a ingresar a la obra. 

Las consecuencias son infinitas. Por supuesto no vamos a pensar que aquellos que viven de la "profesión" renunciarán a presentarse a la ventanilla de las empresas contaminantes, de los legisladores con pretenciones o de la misma caja del municipio, pero, por lo menos, a lo mejor, esta nota despierte un mínimo sentimiento de pertenencia a una ciudad que en muchos casos invirtió, los preparó y les dio oportunidad de actuar de otro modo.
 
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