Usted que pasa todos los días por la vereda sur de la calle Lehmann cuando va para el centro o, acaso, cuando viene por Belgrano encarando la plaza caminando displicente. Bueno, le digo que la cosa no está como para distraerse porque se le puede caer un capitel de columna dórica en el mate. Piense en los pedazos de balcones que se pueden venir en banda y (aunque usted adore el arte) tenga en cuenta que una moldura de esas le puede costar una oreja por lo menos.

La Municipalidad intimó a los dueños para que hagan un cerco que evite riesgos a los paseantes, se hizo un cerco con unas tablas, un alero de madera y viendo semejante castillo draculiano la gente se pregunta si es suficiente. ¿Y si se te viene un ojo de buey de esos que están en el mirador? ¿Donde va a caer un pedazo de cascote que venga del último piso? Ya sé en la cabeza de uno que pasaba despreocupadamente por la vereda de enfrente. ¡También, che, a quién se le ocurre pasar papando moscas por la vereda! ¿No viste que la mansión se está viniendo abajo? ¿No viste el cerco que hicimos?  ¿Pero, y si se me cae uno de esos leones de cemento en la nariz, que hago, a quién le reclamo? Jodete por distraído.

La verdad que hoy en día ante semejante problema no alcanza con deslindar responsabilidades. El Municipio está intimando para que si pasa algo la culpa no sea del estado municipal. Bien hecho, pero eso no evita que algo pueda pasar. El dueño del ¨palacio¨ no tiene y más que no quiere, me parece que no puede hacer nada. A tal punto que se arriezga a romperse la cabeza con tal de no cerrar la casona. Entonces en salvaguarda de las cabezas de los ciudadanos pregunto... ¿quién debe actuar, ahora? ¿Acaso el Juez? ¿Acaso el defensor del pueblo? ¿O Dios...?

Me parece que el que más cerca está de hacer algo por nosotros es ni más ni menos que Dios, porque si esperamos de los otros la cosa se pondrá cada vez más peliaguda.