La bailanta Nepol mostró un agujero en el techo que -dijo su dueño- era un principio de incendio supuestamente provocado por los equipos Cali. De inmediato se mostraron matafuegos, puertas, materiales y medidas de prevención en exceso. ¿Una consecuencia feliz de la desgracia ajena? Vaya uno a saber. Pero igual...  ¿los inspectores controlan? ¿Cuando fue la última vez que controlaron? ¿Qué fecha tiene el último acta de visita? Ya se, menos pregunta Dios y perdona...

La enseñanza del terrible accidente de Cromagnon donde murieron casi doscientos jóvenes es más que una enseñanza una realidad. Nadie controla. Se lanzan ordenanzas, reglamentos y bandos pero cuando hay que ir a ver si se cumplen no va nadie. Esperanza es una ciudad que no se salva tampoco, lugares donde entran más de mil personas tienen la misma posibilidad de colapsar como Cromagnon. No importa donde están, estas desgracias ocurren en cualquier geografía o acaso cree alguno que el fuego atiende en Buenos Aires.