La Secretaria de Cultura, Celina Zimmermann ha renunciado sorprendiendo a todos, bueno, no a todos, porque se supone que algunos habrán sospechado tal vez este paso de la señora.

La secretaría tuvo muchísima actividad durante la gestión Zimmerman y es posible que en las últimas semanas la acción de esta oficina municipal haya sido la de más movimiento. Con los espectáculos para adultos, la plaza llena con los jóvenes de Exentra y el Pre Cosquín con sus comisiones, sus escenarios, sus jurados, sus luces y hasta con los inconvenientes inmanejables que propone un clima adverso. Afiebrada actividad a la que se suman las propuestas de los artistas plásticos, el cine club y las innumerables presentaciones en distintas disciplinas.

No queremos decir que esa sea la razón por la cual la silla de cultura haya quedado vacía, solo queremos hacer justicia a un equipo que trabajó incansablemente por la cultura local. Es una lástima que la señora Zimmerman se haya ido, pero, a veces existen razones que hacen imposible la permanencia.
No podemos terminar este comentario sin manifestar cierta admiración ante las renuncias, sobre todo cuando se renuncia a cargos de importancia social, política y económica. Y más todavía en estos tiempos en que nadie renuncia a nada.  

El elegido ahora para suceder a la señora Zimmermann es un jovencito que ha llegado hace poco a los cargos municipales, Cristian Camissi, empuje no le falta al pibe, aunque pensamos que traerlo desde Turismo a Cultura, habla de una idea austera y de un cargo que daba lo mismo ocuparlo que dejarlo vacío. Veremos que pasa, la cultura debe tener un jefe que señale con mano firme hacia donde iremos y (casi nada) subrayar con su mensaje el convencimiento propio y colectivo de que hacia donde vamos es hacia donde tenemos que ir. Suerte tiene, veremos que pasa.