Esta nota se refiere a la descabellada acusación que sufriera un periodista esperancino por adopción sobre un supuesto acoso sexual con orígen a una intención de beso a una niña pasante en LT28, emisora bajo la guarda y tutela del susodicho ¨besador¨ frustrado.

Intentar, solo intentar besar, es un delito de característas morbosas y espeluznantes en estos tiempos en que la sicosis de la preservación del culo es casi fundamental para el decente andar de los mortales y de los porteños que aunque son inmortales (porque siempre están) también nos enseñan a denunciar cuanto contacto con las partes pudendas se presentes y si se puede hacer juicio al Estado mejor.

Lea si quiere, usted decide, pero eso sí tenga las manos y la trompa quieta, che. 
 
Leandro... teléfono.
Es posible que uno caiga en desgracia.  Hay varios tipos de desgracia:

Está la que tiene que ver con la falta de dinero... ¨cayó en desgracia¨  (te dicen) o ¨le debe a cada santo una vela¨ y vas entonces por la vida como un paria sin amigos y sin crédito (sobre todo sin crédito).

Está la desgracia que tiene que ver con la otra miseria que es la miseria moral o ética que le dicen, que tiene que ver con aquellas penas que se refieren a la necesidad de perdón, amores, una presencia, una venganza o simplemente alguna utopía tan inalcanzable como imprescindible para continuar viviendo ¿viste?

Y también está la desgracia en que uno cae por las dos cosas o a consecuencia de las dos cosas, o sea, vendría a ser cuando la noche se te viene por cuestiones MIXTAS.  Miseria de las dos,  gracias a que por tener mucha plata se te tiran encima y te matan con justicia o sin justicia, por envidia o por lo que sea pero te matan...

Vaya esta advertencia para un muchacho de la comarca llamado Leandro M. con la sana intención de que si el camino hoy es torcido y los ataques taimados, pueda corregir de inmediatoo el rumbo para evitar el famoso ¨efecto Rafaela¨ que tantos esperancinos conocen y que saben no es bueno.

No importa si hizo o no hizo, por lo leído, da la impresión que no hizo mucho, pero igual, ha encendido una mecha que termina en una bomba tan grande que se llevará no poco de su cuidada imágen.
Hemos dicho. El que quiera oir... (es al  ñudo que lo fajen.)