Mientras acá el peronismo se acomoda como puede con Selko en la conducción y algunas caras nuevas, en la capital, el hombre del sur con popularidad record y cargo de presidente opta por seguir los pasos de Hebe de Bonafini. Saca cuadros de Videla y represores con paso a retiro de militares grossos. ¿Tan grande es la factura que tiene que pagar el señor K? ¿Pone en peligro la unidad de su partido y se pone de punta con toda la crema para no quedarle debiendo a la historia? ¿Qué cosa es este pasado que vuelve y vuelve? Confieso que estos aromas que trae el cuasi fanático viento de la izquierda erpiana (a veces heroica) hoy da como escozor. Pero no es miedo a la venganza de los muertos, ni de los vivos, solo miedo a la parálisis que significa empezar otra vez a reconstruir una convivencia destrozada, un Estado rengo y una Nación inexistente. ¿Doctrinas locas que ya pasaron desenterradas por los esqueletos de unos viejos sedientos de venganza?

Da un poco de miedo la opción de Kirchner. Las aristocracias justicialistas desde los feudos de Duhalde, Menem y otros reinos más modestos miran agazapados y (para colmo) unidos en la desgracia o por el espanto con los uniformados. ¿Irán a producir el milagro de despertar a las momias del pasado? Ya veremos.