Mientras en el Municipio se compran computadoras para modernizar al Estado, muchos esperancinos se esmeran por juntar moneditas para que no se les escape la moratoria que (tal vez) termine ahora sí a fin de mes.
Fascendini anda de acá para allá arreglando entuertos como un Quijote de la pampa, un puente que se rompe por acá, el consorcio caminero que hace agua por allá y los mayores de 40 que están desocupados y necesitan una mano. Con respecto a esto último que es un poco más problemático,  el Senador ha presentado un proyecto interesente que otorga subsidios de 250$ por trabajador a las empresas que se ajusten a las condiciones de la norma. Un intento para seguir con el trabajo hormiga en un país que se hace llamar Argentina, desairado y saqueado más de una vez.

La fiesta de la mujer -dicen que dicen- se llevó unos treinta mil mangos. ¿Es censurable o es meritorio gastar tanto para homenajear a las mujeres? Los machistas dirán que es una barbaridad y los que quedan dirán que todo lo que se haga es poco para hacerle honor a las minas. Ni una cosa ni la otra. ¿Qué intenciones se esconden detrás de cada planteo? Seguramente nada que haga justicia a la sinceridad. Basta con este asunto que me hace acordar al de los fuegos artificiales en la fiesta de la familia. Basta.
Empezaron las clases y muchos no pueden completar la lista de útiles que las escuelas exigen. Es un país pobre y la ciudad está dentro de ese país, mal que le pese.

La Argentina pagó su deuda y la cosa sigue tranquila. A nosotros nos conviene que la cosa siga así. Si hasta parece que el futuro sonríe a los que viven en el interior. Más tranquilo, más seguro y más cerca de la soja. Los porteños y sus privilegios van perdiendo aire a lo loco. ¿Será el fin de los trolos, modistos, actores y bailarines millonarios que morfan en Puerto Madero? Si eso pasa, la nueva Argentina despertará por fin de su sueño vendedor de engaños, mentiras y bolazos.