No vamos a caer en el lugar común de que el día de la mujer es todos los días, solo queremos dejar claro que para nosotros cuando nos dicen ¨mujer¨ pensamos inmediatamente en nuestra madre. Eso es todo. Nadie que se precie de auténtico puede decir que piensa en otra cosa. Llámese los peronistas que dicen que piensan en Evita, los enamorados que dicen que piensan en la novia o los religiosos que pretenden hacernos creer que piensan en la Vírgencita como siniestra careteada y/o cuota para el terrenito en el cielo. Nosotros pensamos en nuestra vieja, y qué mejor que eso como homenaje a la mujer, la mujer en su condición única e irremplazable, condición que la hace esencialmente distinta al varón. ¿Por qué será que existiendo esta diferencia que califica a la mujer como superior al varón, ella pretende sin embargo una igualdad ridícula que la denigra?

Paradojas de estos tiempos, el que es de una forma, no conforme con lo que es, pretende ser de otra, aunque esta sea inferior. Hombres que quieren ser mujeres y mujeres que aspiran a ser hombres, ruidos apocalipticos, confusos caminos que conducen indefectiblemente a nada bueno. La mujer tiene su día y todo lo que se haga en su homenaje será poco, la ciudad viene haciendo honor a las mujeres esperancinas desde hace mucho tiempo, las damas se reúnen en agradable reunión en los salones del Salón de Usos Múltiples en su día.  Qué sea para bien, para bien de todas las mujeres de la ciudad a las cuales felicitamos de corazón, aunque siempre, cuando nos nombran a la mujer pensemos en nuestra madre en primer lugar, cosas de la naturaleza del hombre que le dicen...