Parece el título de una novela de Agatha Crhistie pero no, que va, lo que pasa es que anda la bola que una cadena de carnicerías que tiene su bunker principal en la rutal 70 cerquita de la San Martín no tenía mejor forma de dehacerse de los sangrientos restos de su trabajo que arrojándolos a la cloaca. Bueno, tampoco es como para cortarse las venas con una boleta de Aguas Provinciales, pero la susodicha empresa francesa (a pesar de que nosotros lo dijimos no hace tanto tiempo) se calentó y, cuando parecía padecer de distracción crónica, saltó a la cancha y con sus tropas de asalto develó el misterio de la sangre derramada. Ya vamos a ver que pasa con el carnicero y la carnicería porque tampoco se trata de hacer de tripas corazón o morcilla de la sangre caída, pero hay una sospecha sobrevolando el ambiente ciudadano. Por supuesto que habrá quienes hagan de esto un festín de vampiros, pero hay que entender, algunos creen que la muerte de un perro es un hecho policial y el afano de una gallina un secuestro seguido de muerte. Los que están afuera (lejos, lejos) deben entender que tener que escribir todos los días en estos pagos donde no es mucho lo que pasa, no es una tarea facil. Acá trataremos (si no hay tentaciones de primera) decir que el pan es pan y el vino (fundamentalmente el vino) es vino. Dios dirá que pasa con el tema del carnicero y la sangre derramada. Chau, hasta dentro de un rato.