AÑO 18

NUMERO 61629

Actualidad

Año: 13

Número: 612

EL DEDO DE ACÁ, DE ALLÁ Y LOS USURPADORES DEL ESTADO 

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Decía don Leopoldo Marechal, escritor nacional de fuste y autor de un clásico irrepetible como “Adán Buenosayres”, que todos los gobiernos mesiánicos (incluso militares) tienen su lado positivo, porque mientras divagan en la ilusión de sus fantasmas y alegorías, el país real, la ciudad real, entregado a sus propias virtudes, construyen por su cuenta y avanzan por sí mismos en cierta “viviente anarquía” mediante la cual se hacen posibles todas las aventuras.

Si no fuera porque la ciudad real se ha desentendido de las elucubraciones de sus supuestos “conductores”, Esperanza, merced a la inacción concreta de su Intendenta (y amigos aprovechados de su ignorancia), habría descendido en esta década, a lugares difíciles de imaginar. Gracias a Dios, la mayoría que trabaja en silencio se ocupó de enfrentar dificultades y continuar avanzando a pesar de todo.  

Los rebotes de la payasada nacional, con Cristina llamando a rengos y fundidos para que digan que estaban mejor cuando ella gobernaba, es solo una muestra del delirio que ocupa a políticos y “dirigentes” que solo ven hasta donde los dejan sus narices. Próceres de otros tiempos como Bonafini, en franco descenso, reclamando locuras imposibles de bancar hasta por sus propios seguidores. La inteligencia nacional ofendida por declaraciones de grupos antagónicos que ante un mismo hecho, condenan y avalan impunemente, como si podría una cosa ser blanca y negra a la vez. Mientras tanto la gente continúa poniéndose el país al hombro. A pesar de una sarta de inútiles que, según dicen, constitucionalmente, roba y destruye todo el tiempo.

Nuestra ciudad no es una excepción. De hecho no sabemos qué carajo hace la Intendenta con el tremendo presupuesto asignado que equivale a una cifra obscena de casi 2.000.000 de pesos por día. Patentes, inmobiliario, coparticipaciones a troche moche, más tasas, multas, estacionamiento embolsa el municipio para seguir haciendo nada. Para colmo cuando hace algo, se lo cobra a los vecinos. Y eso no es todo porque todos los años desde el ejecutivo municipal se reclaman aumentos de tasas para cubrir supuestos servicios de excelencia que existen solo en la cabeza de Meiners y sus secretarios.

¿Cuánto pueden soportar los argentinos semejante desastre? Hasta cuando confiarán su dinero a las mafias que muerden los recursos públicos hasta el hueso y condenan a la porción silenciosa de argentinos que trabaja a sufrir injustas carencias.  

El partido justicialista local, que propició la gestión que hoy conduce la ciudad, aparece, solo cuando hay elecciones. Todo el mundo lo ve y lo sabe. Ni siquiera convoca a sus afiliados para formar las listas de concejales. El dedo de Pirola y Meiners obliga a los esperancinos a sufrir los mismos nombres de siempre, a elegir entre malo y malísimo, a soportar la misma sopa por cuatro años más. ¿Es justo que esa responsabilidad quede en manos de dos individuos, es democrático que el Senador y la alcaldesa, oficien de jueces para imponer al electorado el mismo guiso de siempre?

Cristina, procesada en innumerables causas, disfrutando hoy, de la posibilidad de ser ungida Senadora. La gente se pregunta si tiene derecho la justicia argentina de permitir esa ofensa.  Y no es la primera vez, Menem fue el primer espanto, repetir el mismo error que ya se ha cometido con Menem, es una locura, un tipo hoy condenado e inhabilitado nuevamente candidato, sin embargo, a Senador por la provincia de La Rioja. ¿Quién ordena y dirige semejante anarquía moral? 

Lo triste es que nosotros, acá, en medio de la pampa de Pedroni, no podemos rasgarnos las vestiduras, porque también cometemos una y otra vez los mismos enfermos errores. El partido gobernante, que hoy ocupa con su gente contratada y cientos de “compañeros” el municipio, es una tomada de pelo. No existe, no se reúne, no participa de la vida de la ciudad, incluso siendo gobierno y, como dijimos más arriba, nombra sus candidatos a dedo. ¿Si les da vergüenza? No, no les da vergüenza, porque a lo largo y a lo ancho del país se hace exactamente lo mismo. Pero eso no es lo más importante, ojalá eligieran como eligen y se comporten como se comportan, si gobernaran bien, si no dilapidaran los recursos públicos, si no se rascaran el higo todo el santo día como hacen en esta ciudad. Si no dejaran que los edificios públicos se les vengan abajo como hacen con el palacio Stoessel, símbolo de la desvergüenza, a dos cuadras del municipio, abandonado a su suerte, sin enviar durante 10 años ni siquiera un albañil media cuchara para que emparche algo, y así todo, actuando como intrusos en el Estado de este a oeste y de sur a norte de nuestra querida Argentina. Eso y lo que queda en el tintero es lo que hay que solucionar. Si no lo hacemos pronto, el único futuro que parece esperarnos es el horno de Discépolo. “Allá en el horno se vamo a encontrar”. 

 
 
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