“¿Oiga Gómez por qué tienen esa zanahoria en una jaula?”

No es una zanahoria señora, es un canario, póngase los lentes, plis.

¿Un canario, y qué tengo que ver yo con un canario?

Es una exposición de canarios. Venimos a inaugurar una exposición de canarios, señora.

¿Y en qué consiste ese asunto si se puede saber –quiso saber la señora.

Cortamos la cinta, saludamos a los que quieran saludarnos y después nos vamos a un lugar donde habrá cerveza y torta alemana.

Bien –dijo animada la Intendenta- terminemos con esto.

La señora y Gómez entraron al SUM a paso redoblado mirando las jaulas en medio del ruido ensordecedor de las aves que parecían alborotarse al paso del dúo peronista. El tufo a alpiste era notable y la señora, como era de esperar, estornudó tres veces con rigor militar.

Salud –dijo el cura con el recipiente de agua bendita en ristre, listo para bendecir la muestra.

Gracias padre –dijo la señora y volvió a estornudar tres veces.

¿Resfrío? –dijo el cura.

Alergia, el olor a afrechillo me mata –dijo la alcaldesa.

El corte de cintas se hizo sin pena ni gloria y luego de algunas sonrisas forzadas los inaugurantes se dirigieron hacia el lugar donde estaba programado el ágape. La señora estornudó sobre un trozo de torta alemana que le alcanzó un mozo. “Déjelo, le dijo la señora al mozo, no lo tire que yo me lo como igual”. El mozo dijo que luego de semejante estornudo tendría que comerse toda la bandeja. Sin embargo continuó sirviendo al resto de los presentes. La alcaldesa pensó “mal educado, no sabe con quién está hablando” y se mandó el pedazo de torta a la bodega.

Mozo –dijo la Intendenta mientras se soplaba la nariz- tráigame un poco de cerveza que me estoy ahogando con tanta torta.
Gómez estaba del otro lado del salón y escuchó el lamento de su jefa. El secretario se apresuró a conseguirle la bebida y salió a las zancadas. Cuando llegó, la señora ya se había mandado un vaso como si nada y, con desesperada repetición,  dio cuenta del que le traía su dependiente.  Después dijo “Gracias Gómez”.  

Señora, el propietario del canario ganador desea ponerle su nombre al bicho –dijo Gómez.

¿Cómo quiere ponerle?

“Ana María”

Entonces no es un canario es una canaria, averigüe Gómez.

Ya averigüé. Es un canario travesti.

Está bien entonces. –dijo la señora.

No hay que discriminar –dijo Gómez, dio media vuelta y se fue.