AÑO 18

NUMERO 61629

Ciudad

Año: 13

Número: 596

HISTORIAS DE BOLICHE. HOY: EL NAUFRAGO

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"Las vacaciones producen en la gente ansiedad y esperanza. Los que pueden tratan de viajar lo más lejos posible para experimentar sensaciones nuevas. Uno nunca sabe lo que puede suceder y eso puede ser bueno o malo, según como se lo mire. " 

Cuando el “Colo” entró al boliche de la calle Córdoba, un grupo de parroquianos escuchaba en silencio el relato de un desconocido que parecía no pertenecer a la barra.

-¿Quién es ese que discursea con tanto éxito? –preguntó el Colo.

-Es un abogado del foro local del cual ni siquiera conozco el nombre don Colo –dijo el bolichero- parece que está contando sobre un naufragio en el que participó como náufrago.

-No me diga,

-Sí, le digo, parece que el hombre andaba de vacaciones disfrutando de un Crucero en el Canal de la Mancha, dice que todo iba bien, hasta que el paquebote se hundió y no hubo más remedio que tirarse al agua, quedando el leguleyo a la deriva en una balsa.

-Desgracia con suerte entonces porque según se ve, el tipo zafó para contarlo-dijo el Colo.

-Dice que lo peor de ese suceso fue no tener agua para tomar. Porque el agua de mar no se puede tomar. Si tomás agua de mar te deshidratás peor porque tiene sal. Uno cree que puede tomar agua salada y se la toma y entonces te viene el pulso acelerado, piel azuleja, vidriosa la mirada y uno queda medio alucinado y sordo. Finalmente parece que uno muere delirando.

-Bueno, eso hubiese sido lo de menos, un abogado medio alucinado ejerce igual. ¿Y cuánto tiempo estuvo hasta que lo encontraron?

-Dice que dos o tres días –informó el bolichero.

-¿Y cómo se salvó el abogado, si se puede saber?

-Parece que en el apuro del naufragio alcanzó a manotear una botella de Hesperidina y eso lo salvó.

-¡Hesperidina! –dijo el Colo mirando la estantería donde el dueño del boliche exhibía la bebida blanca.

-Y, don Colo, usted sabe que cuando uno tiene sed se toma hasta el agua de los radiadores.

-Es cierto, un percance peliagudo que no se lo deseo a nadie, mi amigo. –dijo el Colo mirando con cierta compasión al abogado que seguía contando los detalles de su aventura.

- Es la vida, don C0olo.

-Pobre tipo, lo que habrá sido eso, en una balsa en el medio del mar y encima mamado.

-Que lo parió –cerró el bolichero.
 
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