AÑO 18

NUMERO 61629

Actualidad

Año: 13

Número: 595

HISTORIAS DE LA CIUDAD (JAMÁS CONTADAS)

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HISTORIAS DE LA CIUDAD SECRETA: “Mascotas”
Bajada: Los solitarios, a veces, buscan “compañeros” no tan tradicionales para practicar la convivencia.

-Los fenómenos climáticos que tenemos que padecer los humanos traen toda clase de pestes y cosas raras. Mire, justamente vengo de la casa del petiso Barbero que ahora se consiguió una iguana de mascota, color verde, grandes escamas, lengua corta y gruesa, la encontró entre los camalotes que trajo la inundación, se encariñó y ahí la tiene, para combatir la soledad dice.
-En gustos no hay nada escrito don Colo, yo, la verdad, si me da a elegir, prefiero un perro. –dijo el dueño del bar de la Avenida Córdoba mirando como un cusco negro le orinaba la puerta.
- Barbero dice que la cola del bicho tiene la capacidad de regenerarse. A veces algún vecino irascible de un palazo le corta la cola y al poco tiempo el batracio la recupera como si nada.
-El asunto es si le come mucho o poco, porque esas bestias salen un ojo de la cara, don Colo. –dijo el bolichero.
-Así es, la salud de una iguana depende de la comida. No come lo que den, son vegetarianas. Hay que procurar que no le coma lechuga porque le cae mal.
-¿Todo le cae mal? –quiso saber el dueño de casa.-No todo pero hay que cuidarla, por ejemplo la banana ni se la toca, la zanahoria ni se la mira.
-¿Qué come ese ofidio?
-Porotos, parece que le encantan los porotos. –dijo el Colo pinchando un trocito de mortadela.
-Qué cosas da la naturaleza, don Colo. ¿De dónde saldrán esos saurios?
-La iguana sale de un huevo señor. Cuando usted vea algo de más de quince centímetros saliendo de un huevo, póngale la firma que es una iguana.
-¿Es fría o calentita?
-Es fría porque es de sangre fría, ideal para estos calores. Llévesela a la cama en verano y es una delicia.
-¿Y en invierno?
-En invierno se le da de tomar una pava de agua caliente y ya va a ver cómo le calienta las patas.
El calor era insoportable. Los ventiladores de techo no daban abasto. El Colo miró por la ventana, hacia el arriba, con la esperanza de encontrar alguna nube. El cielo estaba limpio. No va a refrescar, pensó.
 
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