AÑO 18

NUMERO 61629

Opinión

Año: 12

Número: 585

LA CIUDAD Y SU HISTORIA DE PERDEDORES.

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RAFAELA, EL VECINO RICO.
Es un lugar común comparar a Esperanza con Rafaela. Lo que pasa es que en una época las dos ciudades supieron estar a la par y, en algunos rubros, nuestra ciudad se adelantaba (aunque sea difícil de creer) a la Perla del Oeste. Hoy es impensada la comparación. Los rafaelinos nos superan en todos los frentes, desde la cultura hasta el comercio,  el conocimiento superlativo adquirido por toda su clase dirigente ha establecido una distancia con la nuestra imposible de desandar. Sirva la mención del vecino como parámetro de lo que fuimos y de lo que deberíamos ser en la actualidad. Aunque sea para intentar detener la caída.

SABER, NO SABER, DA LO MISMO.
Con algunos difuntos colgados en el ropero ( por ejemplo, la cada vez más impagable financiación del pavimento y el faraónico Parque Industrial “Jorge Simonutti”), la señora se dirige (sin mucha alegría) hacia su tercer mandato. Ganó la elección y el único movimiento notable que realizó fue la promoción de Alfonso Gómez a Gobierno, desplazando a Luciano Anza. Con el plus de que Gómez, en franco ascenso, retendrá el cargo que ostentaba como Secretario de Hacienda sumando el nuevo. La movida le hace un flaco favor a Anza cuya importancia se reduce a la nulidad absoluta. Fue como decirle “andate que jugamos con uno menos, total es lo mismo”. Ese puede ser uno de los motivos de nuestro fracaso repetido.  
HISTORIA DE PERDEDORES.
La “señora”, desde que arrancó allá por el 2007, sorprendida por los votos que le brindaran, por un lado el desgaste de De Pace y por otro la ilusión de la gente que, casi seguro, ignoraba lo que se venía, se rodeó de perdedores. Sin ofender, así fue, la flamante alcaldesa se rodeó literalmente de perdedores, gente que nunca había ganado una elección, ansiosos que quisieron hacer todo de golpe, tal vez, con la loable intención de reivindicar el bajo concepto que prodigaba (y aún prodiga) el nativo de Esperanza hacia el peronismo y, fundamentalmente, vengarse un poco del crueldad “suiza”, casi gorila, hacia los peronistas locales. La cosa es que la señora llegó al Municipio, miope y sin carné de conducir, y, para no dar el brazo a torcer, pretendió (sin mucho éxito) ocultar su ignorancia en los asuntos públicos. Tocaba de oído y no tuvo mejor idea que darle un protagonismo impensado a un arrogante abogado, cuyo mérito mayor se correspondía con la fama de haber dejado “tuerto” a Venado, localidad donde el susodicho había prestado servicio dejando varios damnificados .  El doctor no había salido ni siquiera segundo en una elección, al contrario, cada vez que se presentaba, los sufragios se le negaban y no figuraba ni a los premios. Así fue que, el doctor Albarracín (de él se trata), con el aval de la señora Intendenta tuvo su papel estelar. “A mi juego me llamaron”, dijo el tipo y con ínfulas de emperador de pago chico buscó disciplinar al Concejo, maniobrar las tasas y (secretamente) apropiarse de la exclusividad de las decisiones. Su absurdo generalato caducó de golpe, cuando la señora tomó conciencia de la atropellada del fulano que la convertía en “segundona” y optó por rajarlo .  Este hecho provocó el lógico enojo del leguleyo, quién,  con copiosa literatura, macaneos a mansalva y presentaciones en televisión desparramó lo peor de su agresiva personalidad. Así fue que, encabezados por Albarracín,  se tomó el buque la primera tanda de perdedores, rumiando su bronca y dejando en su retirada el precioso tiempo perdido . Lo que siguió es historia conocida, todos saben que ante la escasez de perdedores locales, la señora importó algunos ejemplares que, aunque no mejoraron la raza, por lo menos duraron un tiempo más en los sillones y, aún en la actualidad, nos deleitan con sus excusas.

“¿FRACASAN PORQUE NO SABEN O NO SABEN PORQUE FRACASAN?”
El partido Justicialista venía desde el 83 llorando derrotas, una y otra vez siempre que se presentaba mordía el polvo. Hasta que un día empachados de fracaso tuvieron que parar la pelota. Eso no fue fácil porque significó el reconocimiento público por parte de los “compañeros” de una probada condición de “piantavotos” que no era sencillo reconocer.  Comenzaron entonces a pescar candidatos extrapartidarios de gusto y paladar gringo para ver si se podía arrimar el bochín. La mejor elección se corresponde con la llegada de Herzog, que venía de la Democracia Cristiana, con una gestión de “facto” bastante correcta. El hombre tenía un perfil austero y modesto gracias al cual consiguió para los “muchachos”  una banca en el Concejo. La banca no era del todo peronista, pero servía para salir de perdedores. Y en tren de perder, es cierto, perdieron un par de veces más, hasta que llegó Ana Meiners como del cielo, para aprovechar el desgaste radical y la famosa inundación y ganar. Meiners no era “extra” partidaria, venía de familia peronista, igual le pegaba en el palo a la cultura gorila avalada por un número notable de propiedades y otros menesteres. Hoy, con estilo conservador y perfil “buenudo”, la señora le dio al justicialismo un notable tricampeonato. Dentro de cuatro años cuando la dama se retire el “peronismo” local, alienta el lógico temor de volver a la zona de perdedores.
EXCUSAS Y VICTIMIZACIONES
Esta pequeña historieta se juzga necesaria porque la condición de “perdedor” viene sola y fácil, pero es harto complicada de expulsar, los que la padecieron sufren el drama de volver al llano en cualquier momento y, lo peor, no pueden evitar, actuar con esa paranoia en el gobierno. Ejemplo patente son las razones y pretextos para justificar el fracaso de la gestión local aludiendo, ejemplo, a la falta de presupuesto. “No tenemos presupuesto por lo tanto fracasamos”, dicen como si fuera la primera vez, pero si nos remitimos a casi 8 años atrás, el eco del aquél llanto resulta idéntico al que se escucha por estos días. La cuestión es que el presupuesto es una herramienta, como si se tratara de un martillo que se puede emplear para clavar un clavo o para romperle la cabeza a un semejante. La herramienta depende en exclusiva de quién la usa, a tal punto que si el que la usa es torpe la herramienta no responderá a las expectativas. También se sabe que un funcionario hábil lo seguirá siendo con los elementos que tiene a su alcance. Mientras tanto la única demostración de la existencia de un gobierno en la municipalidad resulta ser la promoción del nuevo Albarracín que ahora se llama Gómez, un joven eficiente, agrandado a tal punto que se siente con capacidad para fumar dentro de una garrafa.  Lo único contradictorio es que Gómez es el primero en decir que sin presupuesto no se puede. Con presupuesto o sin presupuesto el que sabe, sabe y el otro, el otro parece que gobierna por esta zona. Así no vamos a adelantar jamás.
 
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