Una foto donde se ve a la Intendenta recién levantada de la cama en una canchita del barrio norte anda dando vueltas por los medios afines. Hace frío. La reunión mensual o bimestral del Secretario de Gobierno se ralea, no hace mucho, luego de invernar bastante, se lo ve con unos hoteleros hablando de turismo. ¿Turismo? ¿Qué puede ofrecer, acaso un avistaje al edificio de Belgrano y Lehmann, como si fuera un Perito Moreno urbano?

Los funcionarios municipales habían establecido una rutina que consistía en salir con una reunión (la mayoría de las veces inútil) mensual o bimensual para dar pruebas de vida. Así Caussi avisaba que había un congreso de empresarios balleneros en Holanda, Schnell llevaba a la Intendenta al barrio La Orilla para una foto y la Secretaria de Cultura disfrazaba de payasos a alguno de sus colaboradores para el día del niño, eso cuando no estaba el camión de las verduras frente al Municipio con el que tiraban un tiempo sin aparecer. 

Pero ahora hace frío y las apariciones se ralean a tal punto que dan ganas de preguntar si hay gente en la Municipalidad. El "gobierno" reelecto se mantiene vigente apenas por las voces de algunos voceros a quienes se les va terminando la novela. No saben que anunciar, no saben qué decir. ¿En qué dirección vamos? -se preguntan los pocos interesados- ¿Vamos? -grita el resto-. De acá a diciembre el tiempo está difunto, como si no existiera. "Esperemos al nuevo gobierno", dicen los ocupantes del municipio, olvidando que ellos son el nuevo gobierno. La lista de los ocupantes de la cueva, deprimidos por el invierno que paraliza todo, incluye a Blangini, siempre presente en la memoria de los esperancinos que sufren sus badenes cada vez más profundos. El dúo de comisarios se hace ver con "operativos", como un estado mayor en las sombras. Los soldados que juntan la basura y  las tropas que perturban a motociclistas y automovilistas responden a los mandos naturales, a veces. La incorporación de inspectores cada vez más nuevos, cada vez más jóvenes, responde a la necesidad de mandarlos a la calle y "den bola", ya que los viejos son duros de salir en día de lluvia y cuando hace frío.