AÑO 18

NUMERO 61629

Ciudad

Año: 12

Número: 571

BRIZZIO Y LA SOMBRA DE STORNI.

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Las "conductas indebidas" de un sacerdote apartado de su cargo empiezan a salir a la luz. Hace 20 años un cura abusó sexualmente de un joven de 15 años en la ciudad de Santo Tomé. Enterado el padre de la víctima —alguien socialmente muy conocido y vinculado a la Iglesia— no hizo denuncia judicial para no exponer públicamente a su hijo, pero fue a verlo al arzobispo de Santa Fe, Edgardo Gabriel Storni, y furioso le exigió un castigo inmediato y ejemplar para el abusador. En apenas 12 horas, el arzobispo Storni desplazó al cura a 50 kilómetros y lo ungió párroco de la basílica de la ciudad de Esperanza.

Hace pocos meses, se conoció una foto del cura con el Papa Francisco en Roma (que publicó ayer La Capital), y el joven, hoy un psicólogo de 35 años, revivió aquella pesadilla y decidió escribirle una carta al Pontífice, contándosela. Francisco intervino de inmediato y a su instancia el actual arzobispo de Santa Fe, José María Arancedo, sacó de Esperanza al cura Luis Alberto Brizzio, quien espera la investigación de la Iglesia recluido en un convento. Arancedo, no obstante, negó que haya intervenido personalmente el Papa en la decisión.

El padre Luis Brizzio debe suponer por estas horas que el trago amargo no ha de pasar nunca. Las especulaciones que ha generado el comunicado oficial son múltiples y en algunos casos se sacrifica la verdad en favor de lo que parece más un ataque a la Iglesia Católica que a un supuesto fervor por esclarecer un hecho aberrante.  La avidez con que algunos (más aquellos que cuentan con herramientas para multiplicar sus intenciones) abordan el asunto es realmente notable. De un escueto y prudente comunicado del obispado han hecho una hoguera en la cual pretenden incinerar al cura. Si algo se podría sacar en limpio de todo este brulote debería ser un conocimiento  más afinado de la sociedad esperancina (que hasta el momento de conocerse el "suceso" se había hecho bendecir por el cura todo lo que era bendecible), comportamiento que no parece muy "cristiano" que digamos, considerando que es ley doctrinal condenar el crimen y perdonar al criminal. O por lo menos darle una oportunidad para que se explique.
El pueblo de Esperanza es muy creyente. Eso hemos escuchado de cuanto personaje cercano a la Iglesia ha visitado la ciudad.  La fundación de la primera colonia está ligada a la Vírgen María, ya lo dice Pedroni, el poeta mayor de los pioneros, "fue el día de la Vírgen, no fue un día cualquiera". ¿Qué significa entonces para el pueblo esperancino este suceso que compromete a uno de sus pastores? ¿Acaso una traición? La forma en que algunos "fieles" se ocupan de difamar a Brizzio parece confirmarlo. ¿Es suficiente el parco comunicado de la máxima jerarquía eclesiástica para obrar en consecuencia? La FE es la madre de todas las energías del mundo, más los enemigos de la FE son los padres de toda la confusión del mundo.  Tal vez el vicio del "pueblo chico" sea más fuerte que la prudencia. ¿Qué pasa,  el placer profano de la incontinencia verbal, cuando está muy arraigado, es imposible de sujetar?.
Lo triste es escuchar por casi todas las esquinas aquello de "ya lo decía yo, los curas se tienen que casar", y es triste porque delata la ignorancia de muchos asiduos concurrentes a los templos católicos. Otro comentario que predomina es el remanido cliché de que "esto le hace mucho mal a la Iglesia". No le hace mal a la Iglesia un hecho mundano porque la Iglesia no es de este mundo. Justamente lo que perjudica a la Iglesia es que se arrime demasiado a las cosas del mundo. En cuanto a los curas que se quieran casar, pueden dejar el sacerdocio y hacerlo, nadie se lo impide. Las dos cosas juntas con incompatibles, así es el reglamente del club.  Tampoco la Iglesia perderá adeptos por causa de estos accidentes, los que aprovechan estas cosas para alejarse, es porque ya estaban alejados.
Estos golpes que reciben a veces contadas comunidades católicas son para recordar a los creyentes que si bien el hombre no es un "condenado" es "condenable", o sea que lo primero que debe hacer es cuidarse de no perder su alma. En cuanto al padre Luis Brizzio que pasara por esta ciudad y que hoy sufre las consecuencias de un serio error, solo queda sugerirle valentía, sabiendo que lo único que puede llamarse valentía es la que significa que el alma ha pasado un punto de quebranto sin quebrantarse.
 
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