- "¿Qué dice usted?" -preguntó la señora alcaldesa a su secretario político el morocho Anza quién venía de un fin de semana tormentoso y se notaba.
- "Yo digo -dijo el tipo- que si no nos juntamos con nuestros aliados será difícil que le ganemos al rubio de los ojos claros en el 2015".
- ¿Y quienes dice usted que son nuestros aliados? -volvió a preguntar la doña acomodándose un bretel de la blusa.
- Nuestros aliados son los de siempre, o sea, Becchio y el gordo, Albarracín, cascarudo, macanaquis, boquita y los demócratas progresistas.
- ¿Y qué estamos esperando para unirnos con esos cosos?
- Lo que pasa, señora, es cada uno de "los cosos", como usted dice,  quiere algo.
Esta conversación se desarrollaba en una mañana de lunes, el señor secretario de gobierno luchaba por mantener los ojos abiertos y la señora tenía sobre el escritorio una tasa humeante de café con leche más una docena de mixtos de jamón y queso.
- ¿Y qué es lo que quieren esos fulanos? -dijo la alcaldesa doblando un "sánguche" de miga para mandarlo al buche.
- ¿Por ejemplo quién? -dijo Anza cerrando el ojo derecho para evitar que le entre la luz del sol.
- Por ejemplo ese al que usted llama "el gordo".
- Ese es el peor de todos, señora. Quiere el lugar de primer concejal.
- ¿Y cascarudo y los demócratas?
- También.
- ¿Y Albarracín y Potolichio y Andreoli y Elena?
- Lo mismo. 
"Estos tipos están locos -pensó la Intendenta- hay más candidatos que gente, todos quieren dejar de laburar. Mañana me van a querer rajar a mí."
- Señor secretario, una pregunta final: ¿Quién es cascarudo?
- Es la pata sindical del movimiento, señora.
- ¿Y para que sirve?
- Para nada, señora.
- ¿Y "macanaquis" y los otros?
- Tampoco sirven para nada.
- Gracias.
El secretario de gobierno dio media vuelta y se retiró de la sala. La alcaldesa miró a su alrededor. En la pared desde sus retratos, los Intendentes Breques y Barraguirre se sonreían.