En el circuito turístico de la ciudad se ha incluído, al parecer, una parada en la esquina de Lehmann y J.J. Passo. La señora Intendenta no conforme con los pobres atractivos que ofrece la vaca Margarita y el Paso Binal, decidió dar rienda suelta a los pedidos de los vecinos del barrio Oeste, quienes sostienen que en la esquina citada no solo existe una casa tomada y un cartonero que acumula basura en forma alarmante sino que ha aparecido, según los dichos, un misterioso fantasma en la casa blanca por todos conocida y que arrastra una truculenta historia.

- ¿Qué aspecto tiene el fantasma? -Preguntó la Intendenta con algo de estremecimiento.
- Una vecina dice haber observado en medio del recibidor a una niña totalmente vestida de blanco que en el barrio sugieren podría ser el espíritu de alguno de los habitantes de la propiedad. -dijo la secretaria de turismo abriendo exageradamente los ojos.
- Sin embargo - dijo adelantándose el sagaz periodista Alexis Bruno-, en base a mis conocimientos de las ciencias ocultas debo decir aunque duela que aquel que viene de las tinieblas siempre se ha presentado con elegancia, zapatos relucientes, un anillo en el meñique, reloj de oro y, por supuesto, un dedo con la uña larga y afilada.
- ¿Y a qué viene? -preguntó con voz quebrada la alcaldesa.
- Se sospecha -dijo Alexis- que su presencia obedece a la concreción de pactos diabólicos. Acordar un pacto con el demonio significa siempre entregar el alma y es posible que en esta ciudad algunas personas hayan sido tentadas. 
- ¡Usted sabe de alguien que haya firmado un pacto con el diablo! -dijo casi gritando la señora Intendenta.
- No quiero ser indiscreto pero se sospecha que un miembro de su partido ha firmado un pacto a cambio de obtener el amor de una señorita.
- ¡Usted Elena vendió su alma al diablo!
- ¿Y cómo sabe que fui yo...? -dijo espantado el médico.
- Por sus antecedentes señor. ¿Me equivoco?
- La verdad, la verdad -dijo el doctor haciendo la seña del dos de oro- reconozco que fui yo señora, pero, también es cierto que no llegué a un arreglo, la fulana no valía un alma, era medio petiza.
- ¿Y se puede saber que le dijo el diablo?
- Me dijo que, en realidad, mi alma era "inhóspita" y que los demonios que pretendan habitarla no aguantarían ni media hora en ella.
- Oiga, ya decía yo que usted era inaguantable. No lo quiere ni mandinga.

Luego de lo dicho la señora ordenó por decreto se incorpore la esquina de Lehmann y Passo en el circuito turístico siempre y cuando el posible contingente de turistas sea acompañado por el Cura Párroco o en su defecto sacristán rentado. Aclarando que se prohiba en la zona la presencia del médico y candidato Víctor Elena quién podría poner en peligro el negocio. Luego de lo actuado los presentes se retiraron a sus domicilios con premura tratando de evitar las sombras de la noche.