La señora desenvolvió un "chupa chupa" color verde y miró por los ventanales.  Gómez, ministro y tenedor de libros del Municipio, tomó un mate amargo haciendo ruido con la bombilla.  En un costado del salón, el Secretario de Gobierno Luciano Anza relojeaba un espejito redondo mientras embadurnaba su rostro con crema hidratante.  La señora Schnell mordía una pata de pollo y cada tanto le daba un trago a una botella de vino blanco.  Blangini tenía el pie izquierdo sobre la baranda del balcón mientras se limaba las uñas del pie derecho con un pedazo de lija gruesa. 
-Hoy es un día peronista -dijo la señora dándole una violenta chupada a la golosina.
-Tenemos que hacer algo para que no nos mate el aburrimiento. -dijo Blangini.
-Fernandez está haciendo algo.
-¿Qué...? - preguntó Gómez.
-¿Que qué? -saltó la señora.
- ¿Qué carajo dice usted que está haciendo Fernandez?
-Fernandez está inspeccionando un boliche del sur.
-¿Un operativo?
- Un vecino denunció que no pasa la barredora y Fernandez se escondió en el boliche para ver si es cierto.
- La barredora pasó ocho veces por la misma cuadra en el norte. -dijo la señora Schnell con la segunda pata de pollo en la mano.
- ¡El norte no es el sur, Elsa! - gritó la alcaldesa.
- Ya se, no me grités porque te fajo. -dijo Elsa.
- ¡Estamos hablando del sur y vos salís con la barredora en el norte, estás loca, Elsa!
- No me digas Elsa porque te fajo. -dijo Schnell y encaró hacia la señora. Blangini dejó la lija y la agarró.
- Quedate quieta -dijo Blangini.
- Dejame que la mato -dijo Elsa.
La Intendenta bostezó, después dio media vuelta y siguió mirando por los ventanales.  "Van a decir que estamos atorrando", pensó. Gomez dejó el termo sobre el escritorio y llamó a su mamá por teléfono. "Hola, ma...", dijo, después escuchó largo rato y continuó: "Estamos ocupados, tenemos la agenda llena, no tenemos tiempo para nada, no me esperes, bla, bla, chau, ma, te quiero".
- Lo que vos no tenés es vergüenza. -dijo la señora.
- ¿A mí me habla? -dijo Gómez.
- ¡Claro que te hablo a vos, y qué...!
- Fajalo -dijo Schnell.
- ¡Fajalo vos!. -dijo la señora.
- Hacete respetar, che. Fajalo. -insistió Elsa.
- Soy una señora grande. -dijo la señora.
- ¿Y qué...?
- ¡Y que qué...!
- ¡Y qué, que seas una señora grande!
Lamentablemente cuando todo hacía suponer que el día peronista cambiaba para bien, la secretaria de la Intendenta ingresó al recinto informando a los presentes que era la hora de salida. De inmediato Schnell dejó la pata de pollo, Gómez abandonó el mate, blangini enfundó su pie izquierdo en una media a cuadros y la señora arrojó el chupa chupa al tacho de basura.  Ya en la vereda del Municipio el arquitecto Blangini se aflojó el nudo de la corbata y preguntó a Gómez cuando se cobraba el sueldo.  Gómez dijo: "Estoy apurado, mañana te digo, vino mi mamá a buscarme, ya voy ma...", dijo y se fue de la mano con la señora Gómez.