AÑO 18

NUMERO 61629

Novela

Año: 11

Número: 546

LA NOVELA MUNICIPAL: "ADRIANA R. Y EL GORDO DE REMERA BLANCA"

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La señora Adriana R., Secretaria de Cultura, eminencia reverendísima del gabinete de la alcaldesa Ana María, había salido a los balcones del gran edificio municipal y desde lo alto observaba como los habitantes de la Suiza de las pampas bregaban por el pan de cada día.  “Pensar que esa pobre gente transpira la gota gorda y, muchas veces,  apenas si le alcanza para echar un poco de polenta en la olla”, pensaba la gran dama frunciendo nariz, frente y rostro en general en señal de solidario pesar.

- Señora Adriana – preguntó uno de los veinte secretarios que trabajan en la dirección- ¿Qué hacemos con el trombón de la banda municipal?
- ¿Qué pasa con el trombón?
- Se tapó, señora.
- ¡Qué lo destapen de inmediato!
- Ya lo intentaron señora, le echaron “Ayudín”.
-     ¿Y...?
- Y nada, señora.
- Vaya a ver a la Intendenta y solicite fondos para alquilar un trombón.
- Ya lo hice señora.
- ¿Y qué dijo la señora Ana María?
- Con todo respeto señora, la Intendenta me dijo que le diga a usted “que se meta el trombón en el culo, que no hay plata para nadie...”

La funcionaria Adriana R. Volvió a fruncir la nariz, los ojos, la frente y el rostro en general en señal de desencanto.  Miró hacia abajo donde los paseantes iban y venían por los senderos de la Plaza y pensó que “así no se podía gobernar”. Un gordo con una remera blanca que tenía escrito “I love Las Toscas” le gritó desde abajo: “¡Andá a laburar” o algo parecido y la funcionaria amenazó con tirarle con un arbolito que había quedado de la Navidad pasada.

- La puta que te parió, gordo de mierda... –dijo entre dientes Adriana.
- ¡Tiralo, que subo y rompo el culo a patadas, que te reparió!

“Otro que se mete con mi culo, pensó Adriana”.  Levantó la maceta amagando tirarla, pero después se arrepintió. Frunció la frente, la nariz y el rostro en general en señal de desprecio.  El gordo se quedó un instante paralizado,  mirando hacia arriba sorprendido con el gesto de la mujer.

- ¿Qué mirás boludo? – le dijo la funcionaria de cultura.?

El otro siguió pensativo como si la mujer le hiciera recordar a alguien.  “¿A quién me hace acordar?” parecía decir el rostro redondo del tipo.  La cara de luna con la lengua apenas afuera miraba con fascinación el rostro de la funcionaria.

- ¿Qué mirás pelotudo? ¡Andate de una vez! – gritó Adriana R. roja de furia.
-  ¿Qué dijiste? – dijo de pronto el gordo despertando de su letargo- ¿Boludo me dijiste...?
- Si ¿Y qué...? – Retrucó desde arriba la secretaria.
- ¡Ah si, ahora subo y rompo toda...!

El gordo pegó un salto subió los tres escalones de mármol de la entrada y desapareció. 

- Señora –dijo uno de los veinte empleados- llegó el del trombón.
- ¿Trajo el instrumento?
- Si, señora.
- Cierre todo. No estoy para nadie. Me fui.
- Señora –dijo otro de los veinte empleados- Hay un señor que la busca.
- ¿Un gordo con una remera que dice “I love, Las Toscas”?
- Si, señora.
- No estoy para nadie.  –dijo Adriana R. tanteándose las nalgas.
 
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