La conducta en “zigzag” expuesta por la señora Intendenta habrá tenido como objetivo, por lo menos eso se cree, colocarse siempre del lado de la sombra. Ana Meiners se inclinó siempre ante los primeros. Si la “fija” era Reutemann allá iba corriendo Ana María, si el elegido era Obeid a Obeid le besaba el anillo. Cuando ambos caían en desgracia, nuestra primera dama, se subía a la tribuna en compañía de Rossi para insultar sin asco, tanto al “corredor” como al “Ingeniero”. Eso sí, siempre colocando (para la gilada) la mejor cara de “boludo atómico”, no sea cosa que los perdedores de hoy sean los ganadores de mañana. Hoy la señora, al parecer, ha sido perdonada por Obeid y se saca fotos con el ex gobernador a quién, se supone, apoya y le hace la campaña. Por supuesto que no movió un dedo a favor del “Ingeniero”, pero eso Obeid no lo sabe.
Claro que Obeid no es lo mejor que se puede conseguir. Tercero cómodo (como Meiners) el hombre ha optado por hacerse propaganda solo. La Intendenta no se mueve no porque se trate de Obeid, no. Simplemente no se mueve porque no tiene ganas. Además nunca movió un dedo ni tan siquiera por su propia campaña. No tiene ganas, no tiene voluntad, no quiere hacer el más mínimo esfuerzo.
El candidato local de la señora es Kinen, un demócrata cristiano tentado por la izquierda de salón. ¿Qué hace como “pollo” justicialista”, bueno, el hombre tampoco es fanático, profesa el nuevo “peronismo para blancos” que aparece en estos tiempos como un híbrido tenebroso prometedor de conflictos interminables. El papel del candidato Kinen es irrelevante para la ciudad, estará en minoría , con la compañía del doctor Elena cuya principal característica es la de ser un concejal ausente. La banca de Kinen soluciona un asunto personal. El “licenciado” estaba haciendo changas un poco humillantes y, ahora, un lugar en el Concejo lo devolvería a la elite ilustrada (y con plata) de la cual corría peligro de caerse.
Las malas compañías cansaron a Meiners. En esta etapa de su vida está un poco cansada de hacer equilibrio. Su deseo es estar bien con todos. No puede soportar que Reutemann le guarde rencor. Las relaciones con el Lole eran excelentes a tal punto que, no hace mucho, la designó suplente de la senadora La Torre, hoy las cosas cambiaron. La señora Ana María se portó muy mal con el “corredor”, sus gestos y sus dichos estuvieron al filo de la traición. Habló muy mal de Reutemann y eso no tiene perdón. Los que escucharon los insultos de la alcaldesa le comentaron al Lole y el Lole que, para mal de muchos ha vuelto a los primeros lugares, no olvida. Eso la cansa a la señora Meiners. Ultimamente no tiene ganas de nada. No atiene resto de voluntad, si alguna vez la tuvo.