Corea del Norte considera que “llegó la hora para saldar cuentas con los imperialistas de EE.UU.”. Esas son las palabras textuales del dictador norcoreano, el joven Kim Jong-un, según indicó ayer la agencia estatal de noticias KCNA. Al mismo tiempo, el régimen afirmó que se encuentras en “estado de guerra” con el sur, una situación que rige ya desde el 11 de marzo pasado cuando la dictadura suspendió el cese del fuego impuesto en 1953 y que detuvo la guerra en la península.
El líder firmó de madrugada un plan de preparación de misiles y ordenó a sus tropas que se sitúen en posición de espera para atacar a activos estadounidenses “en cualquier momento”. Corea del Sur comunicó que, en efecto, hubo ayer movimientos extraordinarios en las instalaciones de misiles de medio y largo alcance del Norte.
Pyongyang está abusando últimamente de la retórica belicista, hasta el punto de que Occidente comienza a creer que las amenazas no son simple humo. Las últimas 48 horas han establecido un nuevo punto álgido en la península. Pyongyang decidió el miércoles cortar su único canal de comunicación telefónica con Seúl, y desde entonces la retórica ha escalado. El motivo del Norte para agitar las aguas es el vuelo furtivo de dos aviones B-2 sobre Corea del Sur.
Se trata de bombarderos de EE.UU. que realizaron ejercicios con carga ficticia sobre unos islotes surcoreanos, una operación englobada en las maniobras militares anuales conjuntas que Washington y Seúl completan estos días.
Pyongyang interpretó el vuelo de los B-2 como un “ultimátum de que (EE.UU.) pretende emprender una guerra nuclear a cualquier precio en la península coreana”. Por eso, advirtió que las bases militares norteamericanas de Hawai, Guam y Corea del Sur son objetivos potenciales de sus misiles listos para actuar.
EE.UU. acusó ayer a Corea del Norte del aumento de la tensión y afirmó que con su retórica lo único que consigue es aislarse más. El portavoz de la Casa Blanca, Josh Earnst, informó que se trabaja con Rusia y China para “resolver la situación de un modo pacífico” y ratificó que “el camino hacia la paz para Corea del Norte es claro”.
Si bien los expertos coinciden, en rebajar las opciones de una guerra basándose en lo poco que ganaría Pyongyang provocando un conflicto, la situación ha alcanzado un punto en el que cualquier error de cálculo o interpretación podría desatar una escalada militar.
Así lo advirtió el canciller ruso, Serguei Lavrov: la situación actual podría deslizarse “hacia la espiral de un círculo vicioso”. “Se están produciendo acciones unilaterales alrededor de Corea del Norte manifiestamente militares”, indicó Lavrov en reproche a la constante actividad de EE.UU. en la región.
Según el Pentágono, los dos bombarderos B-2 volaron desde una base militares de Missouri y dejaron caer munición ficticia sobre unos islotes deshabitados de Corea del Sur. Maniobras que, dijo EE.UU., se realizaron también en el pasado pero esta es la primera vez que los cazas realizan un vuelo de ida y vuelta a la península.
Los analistas consideran que la retórica de Pyongyang está destinada al consumo interno. El joven Kim Jong-un, que apenas lleva un año en el poder tras la muerte de su padre Kim Jong-Il, necesita consolidarse frente a la cúpula militar y mantener unida la estructura del régimen. Sin embargo, pocos creen que vaya a convertir sus palabras en hechos. Comenzando porque es probable que no cuente con la tecnología militar necesaria para construir misiles balísticos intercontinentales capaces del alcanzar EE.UU., ni tampoco la capacidad para miniaturizar cabezas nucleares que sean luego transportadas por dichos misiles, tal como intenta hacer creer el régimen.
Las recientes tensiones comenzaron en diciembre, con el lanzamiento exitoso de un cohete de largo alcance, y se consolidaron en febrero, cuando la dictadura norcoreana efectuó su tercer test nuclear. La afrenta tuvo consecuencias en el Consejo de Seguridad, que acordó por unanimidad un duro paquete de sanciones destinado a congelar los activos financieros y el acceso a bienes de la élite norcoreana en el exterior. Desde entonces, Pyongyang ha recrudecido su actitud, incluso suspendiendo el armisticio. Sin embargo, la factoría de gestión conjunta en la ciudad fronteriza de Kaesong continúa operando. Ese es, posiblemente, el mejor termómetro para saber hasta qué punto la amenaza de Corea del Norte es, esta vez, verdadera.