AÑO 18

NUMERO 61629

Humor

Año: 11

Número: 517

LA NOVELA MUNICIPAL: "EL REGIMEN NECESITA UN CAMBIO DE LOOK"

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"Hola, doctor Wagner, habla la Intendenta, sí, Ana María, sí, mire, lo consultaba para saber como anda de tiempo porque quisiera concretar una internación, sí, para mí, claro, estamos de receso ¿vio? y quiero aprovechar, quiero hacerme una estirada general. Si, doctor, una estirada completa, si hay que operar, opere, si hay que estirar, estire...¿me entiende? ¡Quiero que me pase un presupuesto, quiero lo mejor, si, si, si hay que trasplantar, trasplante, necesito que me ponga a nueva!"

La Intendenta retorcía el cable del teléfono. El calor de enero tenía a mal traer a su majestad. Estaba cruzada de piernas sentada sobre su escritorio y, como siempre, se había sacado las ojotas, también la remera y, cuando entró Gómez, debemos decir que casi hace retrocer al Tenedor de Libros el color fluo agresivo del portasenos que lucía la jefa municipal.

-Con su permiso señora -dijo el ecónomo cubriéndose la cara para no mirar.

El jóven secretario había tomado la costumbre de ir a trabajar durante el mes de enero en bermudas. Precisamente en el día de la fecha lucía unas bermudas color negro con detalles amarillos en la bragueta.

-Con usted quería hablar Gómez -dijo la alcaldesa saltando del escritorio- Mire, Gómez, es posible que me tenga que internar en la clínica del doctor Wagner para un chequeo general, si eso sucede, quería comunicarle que usted se quedará a cargo.

- ¿Y cual es el motivo verdadero de su internación benemérita señora, si se puede saber, acaso padece usted alguna dolencia?

- El gobierno entero padece de una dolencia, Gómez. Estamos enfermos. El doctor Elena nos aconsejó que nos internemos todos en una clínica y que si es siquiátrica mejor,. Aunque hay que tomarlo como de quién viene, le voy a hacer caso al tontote. Por eso he decidido encarar un cambio profundo empezando por la imágen de mi gobierno, Gómez.  Este año me voy a estirar, sacar y poner, para que cuando empiece el año político haya otra Ana María sentada en el sillón de Barraguirre.

- ¿Y cuando sería eso, señora? -preguntó el Tenedor de Libros no muy convencido.

- Yo le aviso, Gómez,todo depende de que el doctor Wagner, el estirador, consiga las prótesis que necesito.

La señora alcaldesa procedió sorpresivamente a sacarse una calza "media pierna" del color del corpiño quedándose delante de su subordinado semidesnuda, solo cubierta su generosa anatomía, con una especie de "bombachudo" blanco, como los que se solían usar en el Colegio del Huerto en los años 50, prenda que se hallaba, en este caso, estampada en la parte trasera con una foto de Aarón Castellanos en negativo. El Secretario Gómez cuando se percató del desnudo de la Intendenta corrió a cerrar la puerta del despacho asegurándola con dos vueltas de llave.

-Gómez, necesito la opinión de un hombre, para decidir en qué lugar de mi cuerpo proceder con los arreglos correspondientes. Para tales menesteres es preciso que usted deje de cubrirse la cara y mire de frente lo que tiene delante de los ojos. ¡Vamos, che, somos gente grande, carajo!

- Es que, la verdad señora, no sé si voy a poder...

- ¡Cómo que no va a poder! ¿Qué pasa lo inhibe el rostro de Aarón Castellanos? ¡Mire que me lo saco, Gómez! ¡Se lo ordeno, Gómez!

A decir verdad, no era un lugar apropiado para colocar la foto del fundador de la colonia, cuyos cachetes parecían moverse como un flan cuando la señora caminaba. Gómez, cuando se animó a observar la tenebrosa escena pensó que era una falta de respeto para el salteño que, después de todo, hizo tanto esfuerzo para venir hasta acá. "Es injusto -se dijo el Tenedor de libros- pensar que a don Aarón le gustaban las adolecentes y miren donde fue a parar, no somos nada". 

- ¿Qué está pensando señor Gómez? ¡Vamos, dígame de una vez, dónde le parece que hay que retocar, donde sobra y donde falta, che...!

- Sinceramente, señora, según mi modesto entender, mas vale sobra que falta....


La señora hizo una pasada por el salón yendo y viniendo. Aarón Castellanos se enojaba y se reía según el ritmo de sus pasos. El bombachudo cubría con bastante generosidad la retaguardia de su majestad. La escena era un poco escabrosa, sin embargo, nadie que hubiese entrado sorpresivamente al recinto podría pensar que la situación ocultaba "algo raro". Gómez se encontraba en el rincón más lejano del amplio despacho, a un paso de la puerta (por donde pensaría escapar si la cosa se complicaba) y la Intendenta galopeaba de una pared a la otra ignorando cualquier cosa que no sea su exultante figura. El joven secretario espiaba por encima de una carpeta que contenía los detalles del "Plan Maestro", miraba un rato y enseguida volvía a ocultar su rostro como si esperara el estallido de un cuete. "Para no mirar de golpe", dijo después el funcionario.

- Gómez, según su apreciación técnica, entonces, no hay que poner...

- Hay que sacar señora.

- ¿Está seguro?

- Creo que sí, señora.

- Está bien, puede retirarse.


Gómez, siempre cubierto con la carpeta, en puntas de pie, se arrimó a la puerta, giró la llave y se dispuso a salir del salón. Con sumo cuidado abrió apenas tratando de preservar la intimidad de la alcaldesa que se había quedado plantada en medio del salón. En el momento en Gómez hacía el primer paso hacia el exterior la jefa municipal lo llamó. Gómez giró tapándose con la carpeta. "Dígale al comisario Fernandez que venga de inmediato", dijo la gran dama mientras corría en puntas de pie hacia los balcones. Entonces, el tendor de Libros, desapareció por el hueco de la puerta. Dicen que esa noche tuvo una pesadilla, Aarón Castellanos, en calzoncillos, lo corría por la zona de la plaza de Las Carretas, no pudo pegar un ojo.
 
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