AÑO 18

NUMERO 61629

Novela

Año: 10

Número: 495

GRANDES BIOGRAFÍAS DEL GABINETE MUNICIPAL. ANCESTROS DE LA SECRETARIA DE CULTURA. ("YEPETO" ROBLEDO)

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El escribiente (y fotógrafo) municipal Tatoo Dos Santos se encontraba en el salón de los grandes estropicios dispuesto a continuar con su empresa narrativa: las biografías no autorizadas del gabinete Meiners. Prolijamente ataviado ropas de verano, eso sí todo de negro,  pantalón tipo "pescador" talle especial, musculosa que dejaba escapar los tupidos vellos del sobaco, ojotas con suela "vibram" y anteojos oscuros.  Estaba el petiso apantallándose con una hoja de palmera cuando ingresó al recinto el periodista Alexis Bruno Bonete quién, anunciado por dos trompetazos, se dio a conocer y avanzó a paso de murga al encuentro de Dos Santos.

"Hoy hablaremos -arrancó el morocho doctoralmente- de los ancestros de la Secretaria de Cultura Adriana Robledo. Le ruego a usted señor Bonete, la mayor discreción y el debido respeto a la parentela de la funcionaria"

- Si señor -dijo Alexis pelando una libreta- soy una tumba.

"El abuelo de la señora Robledo era carpintero. Tenía una carpintería en Las Toscas, en la calle principal. Un gordo que manejaba el colectivo que hacía Las Toscas - Tostado,  lo había bautizado "yepeto" como el viejito del cuento de Pinocho y cada vez que pasaba con el ómnibus frente a la carpintería le gritaba: "¡Eh Yepeto, como anda el muñeco!"

"La falta de respeto contenida en esos dichos hacían que Norberto Gilberto Robledo, abuelo de la señora de cultura, le haga cada vez con mayor bronca, señas irreproducibles al chofer, usted me entiende, Bonete".

- Me imagino -dijo Alexis agarrándose la bragueta- pero no entiendo por qué me cuenta eso....

- Es importante, porque ese fue el motivo por el cual, "Yepeto" Robledo, terminó fabricando un muñeco al cual debe su fama. La novia del carpintero, Amanda Yolanda, lo animó y, según dicen, el pariente de la señora Adriana, fabricó un muñeco tan colorido y original que parecía humano.

- ¿De qué lo hizo?

- Lo hizo de algorrobo, lo pintó y le puso un gorro en la cabeza. Pero lo más grandioso es que lo hizo móvil.

- ¿Se movía, como Pinocho? -preguntó Bonete incrédulo mientras se rascaba el ombligo.

- Se agachaba como si estuviera atajando penales y enseguida se levantaba. Eso es lo que tenía, no se hacía rogar para levantarse.

Dos Santos miraba con profunda seriedad al periodista. Avanzaba la narración como si se tratara de un relato de vida o muerte, con silencios oportunos y eligiendo las palabras para darle misterio a la historia.

- El muñeco del viejo Robledo tuvo éxito entre las señoras del Rotary y del Club de Leones. Lo llamaron para la FECOL de hace unos cuantos años y Norberto Gilberto, el carpintero, lo trajo, nunca se hacía rogar, aunque estuviera cansado. Dicen que el muñeco siempre estaba listo. Le decían: "Venga Robledo y traiga el muñeco". Y Robledo lo traía.

- ¿Agachado? - preguntó Alexis.

- Agachado o como sea. Pero era un muñeco. Ese era el problema, tenía aspecto de muñeco. No era humano. "¡Es un muñeco, le decían, parece humano, pero es un muñeco!". Eso lo ponía verde al viejo Robledo.

- ¿Pero, qué podía hacer...? No había solución.

- Dicen que una noche de tormenta, cansado de las cargadas,  "Yepeto" Robledo llamó a Mac Rubens, un ilusionista de nuestra ciudad, que vivía en la calle Aufranc, la misma noche entre refucilos, el mago vino y sacó la varita mágica, era una varita corta y gruesa, de dijo a su asistente, una morocha infartante, que agarre la varita, después el mago se escupió los dedos y tocó al muñeco con la varita...

- ¿Y que pasó? -preguntó enloquecido de curiosidad Bonete apretádose el agujerito de la pera.

- ¡Ay como saltó el muñeco! Se movió de golpe. Se agachó y se paró como cuatro o cinco veces. La varita de Mac Rubens lo hizo saltar como un resorte, iba y venía por la pieza como si estuviera electrificado.

- ¿Y que hicieron para relajarlo?

- Tuvieron que ponerlo en la heladera un rato.

El periodista Alexis Bruno Bonete no podía creer lo que había escuchado. Esperó unos segundos para darle tiempo a Dos Santos a que concluya con el relato. El petiso se rascó la entrepierna, se acomodó los anteojos oscuros y habló:

"Según el cuento, Pinocho, era realmente un muñeco, un muñeco que se hizo humano por acción de la magia y luego, andando por el mundo, se vio que tenía un defecto: cada vez que mentía se le alargaba la nariz. Bueno, dijo grave Dos Santos, este de "Yepeto" Robledo, era igual."  Al tiempo que decía lo que decía, el petiso, sacó de la billetera una foto, que extendió al periodista con un gesto lleno de suspenso.

- Esta es la única foto del muñeco.

Mientras observaba con interés la fotografía del muñeco el comunicador Alexis Bruno Bonbete comenzó a transpirar. El agujerito de la pera se agrandó y achicó varias veces y las cejas parecieron crecerle de golpe.

- ¡Dios mío este muñeco es un monstruo, como se puede hacer algo tan fulero!

- Ese es el karma de la familia. Todos los Robledo que vinieron después, por culpa del viejo, se parecen al muñeco.

La tarde avanzaba en la ciudad. Los dos hombres se apresuraron a guardar sus papeles y a encarar las escaleras del gran edificio blanco. "No sea cosa que nos agarre la noche,  dijo Dos Santos, estas historia me ponen nervioso, además,  algunos descendientes de "Yepeto" podrían estar haciendo horas extras". Con las luces prendidas el duo desapareció del salón de los tejemanejes como si buscara la partera.
 
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